miércoles, 30 de noviembre de 2022

Igual que un profesor ante su curso, paso lista a mis emociones.


Igual que un profesor ante su curso, paso lista a mis emociones.

Muy de vez en cuando, es cierto, pero al menos lo hago.

Respiro hondo, abro bien los ojos y busco el tono que considero adecuado.

Comienzo entonces a nombrarlas una a una con nombre y apellido.

Y como no saben contestar las busco por la sala.

Casi nunca están a simple vista, así que me demoro en encontrarlas.

En rincones.

Ocultas unas tras de otras.

Semanas, a veces, me demoro en el proceso.

Por otro lado, si soy sincero, debo reconocer que cada vez encuentro menos.

Y si bien no sé si eso es algo malo, de cierta forma la ausencia me entristece.

No sé explicar por qué.

Es cierto: de vez en cuando alguna ausente regresa con el tiempo, algo cambiada.

Pero la mayoría en realidad no regresa nunca.

No sé decir si desertaron o simplemente egresaron tras completar su ciclo.

Y sinceramente desconozco si eso es algo que pueda alguna vez averiguarlo.

Tal vez por eso, las observo con atención, como si me estuviera despidiendo.

Con vergüenza, incluso, porque no tuve nada que enseñarles.

Entonces, igual que un profesor ante su curso, me despido de ellas.

Y las dejo salir, porque sé que en el fondo son libres.

Y no me pertenecen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales