jueves, 24 de noviembre de 2022

Te quejas de tu mala suerte.


I.

Te quejas de tu mala suerte.

Puedes hacerlo, por supuesto.

Eres libre de hacerlo.

Así y todo, nunca sabrás realmente
de qué suerte peor te ha librado
esa supuesta mala suerte.

Podría darte ejemplos,
pero confío en tu sensatez.

Tardía, a veces, pero sensatez al fin y al cabo.

Dicho esto, puedes seguir quejándote, si quieres.

Recuerda que eres libre de hacerlo.

Además, sé perfectamente que aquello
no es en lo absoluto asunto mío.

Puedo aceptarlo, sin problemas.

Sé quién soy.

Yo solo estoy de paso.



II.

La solución que buscas no es, a fin de cuentas,
una ruta distinta al camino que sigues.

No un camino distinto, me refiero.

No existen, en este sentido, grandes cambios.

No saltas de una línea a otra.

No sales de ti mismo y caes en otra vida.

Los caminos son de cierta forma paralelos, y no establecen contacto.

Cuando quieras comprenderlo todo será más fácil.

Quedará menos tiempo, es cierto, pero será más fácil.



III.

Lo he dicho diez veces y lo he repetido veinte:

Si no tiene solución, es que nunca fue un problema.

Simplemente perdemos tiempo enfocando mal el objetivo.

No hay mala ni buena suerte.

Ni siquiera hay suerte.

Nada hay para ti fuera de ti mismo.

Y te equivocas si piensas que eso es malo.

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