domingo, 13 de noviembre de 2022

Sabes lo que va a ocurrir.


Sabes lo que va a ocurrir.

Disimulas siempre, pero lo sabes.

Todos lo saben.

Disimulas, claro, para fingir sorpresa.

Para comentar sobre el día.

Para decir “¡qué grande están los niños!” o cosas así.

Y hasta te llevas las manos a la boca y te escandalizas, si lo crees necesario.

Sabes, sin embargo, que nunca es necesario.

Ni con la muerte, incluso, es necesario.

Y es que ya sabías que iba a ocurrir.

Los días de sol.

Los días de lluvia.

El amor y el final del amor.

No lo niegues.

No es necesario.

Recuerda que yo soy, simplemente, uno de todos.

Tú y yo sabemos lo mismo.

Y lo mismo es suficiente.

Todo puede verse llegar, con bastante anticipación.

Reconocemos sus formas.

Notamos su presencia igual que al ver venir un barco.

Sabemos lo que es nuestro y lo que no lo es.

Sabemos lo que perderemos incluso antes de perderlo.

Podría darte ejemplos, por supuesto, pero ya los conoces.

Puedo que yo mismo, incluso, sea para ti un ejemplo.

Sabes lo que va ocurrir.

Puedes olvidar incluso lo ya ocurrido, pero que lo que va a ocurrir lo sabes siempre de mejor forma.

Disimulas, por supuesto, pero no niegues que lo sabes.

Culparás a otros, por supuesto.

Siempre ocurre así.

Ambos sabemos, desde temprano, que ya es tarde.

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