jueves, 1 de diciembre de 2022

Un cocodrilo.


Primero llegaron carabineros a notificar de la denuncia. Una hora después, aproximadamente, apareció personal especializado del SAG. Venían en un camión de la institución, provistos de herramientas de gran tamaño y trajes de protección especializados. Según me explicaron, un vecino había enviado un video en el que se apreciaba que yo mantenía un cocodrilo en mi propiedad.

-¿Pueden mostrarme el video? -les pregunté.

-No lo tenemos con nosotros. Pero la denuncia está cursada y contamos con una orden para retirar al animal.

-¿Qué animal? -pregunté.

-El cocodrilo -contestaron.

Pensé discutir un poco más antes de dejarlos entrar. Plantearles lo absurdo del hecho y amenazarlos con una contrademanda o lo que fuese, pero opté finalmente por dejarlos pasar y dejar que perdiesen su tiempo.

-¿Nos dirá donde lo tiene o deberemos buscar nosotros? -me lanzó uno de ellos.

-Apenas tengo patio… no me haga contestar cosas absurdas. Es obvio que no tengo un cocodrilo.

Me observaron molestos.

“No colabora”, anotó uno de ellos en una especie de informe que luego me pedirían firmar.

Observé entonces a los tipos avanzar con cuidado y moverse ridículamente por mi casa. Partiendo desde los espacios más amplios para luego buscar en lugares aún más absurdos.

-¿De verdad creen que puedo tenerlo en el baño? -pregunté cuando los vi entrar.

El hombre no contestó.

Uno de ellos incluso regresó para abrir el refrigerador y mirar dentro, antes de irse.

-O lo escondió muy bien o realmente no tiene usted un cocodrilo -dijo el jefe del grupo, mirándome a los ojos, como si esperase que yo confesara algo.

Poco después, me extendió un informe que debía firmar.

En el informe se señalaba que no encontraron nada sospechoso en mi hogar, salvo una excesiva cantidad de libros, películas y otros “elementos de colección”.

-No son elementos de colección -les dije entonces, negándome a firmar-. Tampoco sé qué quiso decir con excesiva.

El hombre me miró extrañado. Luego guardó el papel.

-Tendré que informar que se negó a firmar -amenazó.

-Puede hacerlo -le dije.

Poco después se fueron, sin agregar nada más.

Yo, en tanto, entré en la casa y observé mis supuestos “elementos de colección”.

Mientras lo hacía, sorpresivamente, encontré el cocodrilo.

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