miércoles, 21 de diciembre de 2022

En la otra orilla.


De vez en cuando me despierto en la otra orilla.

No me pregunten en cuál.

Lo cierto es que ya ni me preocupo por recordar en qué orilla estaba antes.

Simplemente me levanto, miro el entorno y entonces está claro:

Estoy en la otra orilla.

Lo repito en voz alta, incluso, para asegurarme:

Estoy en la otra orilla.

Es extraño, pero parece sencillo cuando lo cuento así.

Sin embargo, debo admitir que las primeras veces no fue algo tan fácil

De hecho, tras despertar en la otra orilla me inquietaba bastante.

Caminaba por el lugar, nervioso, preguntándome cosas… pero sin llegar a respuesta alguna.

Por suerte, con el tiempo, toda inquietud fue desapareciendo.

Y la tranquilidad, antes esos cambios, prevaleció.

No es mérito mío, es cierto, pero ocurrió de esa manera.

Y así sigue ocurriendo, por supuesto, incluso ahora.

Debo reconocer, de todas formas, que algunas cosas han cambiado.

Por ejemplo, hoy en día, intento siempre tomar algunas precauciones.

Por ejemplo, cargo siempre con mis cosas para evitar sobresaltos.

Así, antes de dormir, repito en voz alta algunas verdades que me calman:

Estoy en la otra orilla.

Todas las orillas se parecen.

La vida es la misma en todas partes.

Eso es lo que me digo, al menos, antes de dormir.

Para tranquilizarme, me lo digo.

Aunque ya no sé desde qué orilla.

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