jueves, 22 de diciembre de 2022

Esas cosas pasan.


Estábamos en un bar.

Nos conocíamos hace poco.

Hablábamos de cosas triviales, sin mucha importancia.

Algún conocido en común.

Aspectos del trabajo.

Cosas de ese estilo.

Fue entonces que ella dijo algo que no entendí.

Culpa mía, supongo, pues estaba distraído.

Ella me miraba, como esperando una respuesta.

Por lo mismo, asentí de igual forma, sin entender.

De forma amable.

Por si acaso.

Luego bebí un trago.

Como ella seguía mirando, extrañada, decidí volver a asentir.

Con más energía esta vez.

De forma más resuelta, digamos.

Entonces, su expresión se volvió seria.

Casi triste, diría.

Bajó la vista un poco, y guardó silencio.

No entendía qué pasaba.

Quise explicarle que asentí de amabilidad, pero no me atrevía.

Supongo que me daba vergüenza decirle que contesté sin entender nada.

Intenté hacerlo, es cierto, pero finalmente no lo hice.

Segundos después, ella se paró y supuse que iría al baño.

Decidí que debía explicarle todo apenas regresara.

Después de todo, solo se trataba de una confusión absurda.

Siempre me suceden estas cosas, pensaba decirle.

Tal vez convendría contarle una anécdota chistosa de alguna de esas situaciones.

Lamentablemente, luego de un rato entendí que ella no había ido al baño.

Y por supuesto, no regresó.

Esperé un rato y le hice un gesto al garzón, para que me trajese la cuenta.

Él también me hizo gestos desde lejos y llegó poco después con otro trago.

Creo que no me entendió, le dije al garzón.

No se preocupe, me dijo él, sonriendo. Esas cosas pasan.

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