miércoles, 14 de diciembre de 2022

Monedas en la boca (I)


Un primer caso:

Cada mañana al despertar, se encuentra una moneda en la boca.

Una moneda lisa, sin inscripción alguna.

Metálica, como toda moneda.

No sabe por qué.

Tampoco intenta interpretarlo.

De todas formas, sé que no es una ficha, me dice.

Aunque no tenga cifra sé que es una moneda.

Pasa toda la mañana intentando que el sabor metálico se vaya de su boca.

Luego se olvida del asunto.

Llega la noche.

Observa las pilas de monedas que ha reunido, sobre su escritorio.

Monedas planas, como decía antes.

Sin caras ni sellos, pero uniformes en su tamaño.

Todas ahí, sobre una superficie plana.

A veces toma una entre sus manos.

La observa.

Hasta que le da sueño se dedica a observarla.

Es un poco como mirar televisión o revisar el celular, me cuenta.

Un poco como aquello, es cierto, pero el suyo es sin duda un rito más íntimo.

Luego se duerme, con alguna dificultad.

No recuerda lo que sueña.

Y claro, horas después se despierta con una nueva moneda en la boca.

Ya no le asombra.

Saca la moneda, simplemente y la deja junto a las otras.

Luego se enjuaga la boca varias veces y avanza en su día, del que no voy a hablar.

No lo prohibió, pero me contó lo que ocurre con cierta prudencia.

Además, comentó que los otros no creerán jamás en aquel fenómeno.

Yo, en cambio, creo que las cosas significan, independientemente si son o no son verdad.

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