domingo, 4 de diciembre de 2022

No sé si ocurre de verdad.


No sé realmente si ocurre de verdad aquello que sentimos ocurrir dentro de uno. Antes pensaba que sabía. Me sentía seguro de aquello, pero el tiempo pasa y ya no sé. De todas formas, como lo que sé o dejo de saber en el fondo son creencias que también están dentro de uno, todo se vuelve un bucle cuando me detengo a observar estos asuntos. Un bucle que termina siempre por dejarme en mi propia superficie, dudando si realmente mis dudas o reflexiones transitaron o no por algún sitio y todo fue, entonces, únicamente superficie. Y claro: todo parece desvanecerse cuando esto ocurre. Juicios, emociones, impresiones y, en definitiva, todo aquello que supuestamente ocurría dentro de uno se revela entonces como una falsa realidad. O como un espejismo, digamos. Cuando esto ocurre, por cierto, lo comprobablemente verdadero se reduce a un mundo que está formado por todo aquello que no eres tú, pero al mismo tiempo te define. Te define al limitarte. Al marcar su término -sus bordes-, en la parte misma donde estás en contacto con ellos. Así, pasas a ser lo que no es el mundo. El final de aquello. Una pequeña isla de carne que existe en el mar que vendría a ser el mundo. Una isla incapaz de verse a sí misma. Los faros siempre iluminando hacia fuera. Y los moais, incluso, incapaces de mirar hacia el centro de la isla. Siempre es así, si observas el entorno. Sueñas otra cosa, pero eso es lo que ocurre. Lamento plantearlo así, pero no sé decirlo de otra forma. Antes pensaba que sabía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales