domingo, 18 de julio de 2010

Profesor en vacaciones / Un cuento de ciencia ficción.

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Los que no son profes suelen acusarnos de que tenemos excesivas vacaciones, y hasta nos llaman afortunados. ¡Dos meses en verano, dos semanas en julio!... nos dicen, y abren los ojos como si por ahí les fuera a nacer un hijo, y hasta se muestran como víctimas, y hacen como si nos envidiaran.
Yo les sigo el juego y me olvido incluso que en verdad -al menos en una de los colegios donde trabajo- esos dos meses de verano ya se han reducido oficialmente tres semanas, y sin contar los cursos, perfeccionamientos y otras cosas que suelen ocuparnos ese tiempo.
Y como son tantas las cosas que habría que comenzar a contar en este aspecto mejor me callo, y les digo a mis amigos simplemente que no puedo acompañarlos este fin de semana... que sí, que estoy de vacaciones, pero es que tengo un poco de trabajo atrasado -¿y cuándo lo voy a hacer si en los colegios no nos queda tiempo?- les cuento que debo corregir unas pruebas, unos vocabularios, hacer unas planificaciones, un par de pruebas, y unas cuantas guías para subir a la web del colegio, aunque sólo sea por cumplir, pues en verdad no me gusta ese sistema.
-Pero hazlas ahora, -me dicen- revisa y te pasamos a buscar como en dos horas...
Al final me ahorro explicarles que en dos horas alcanzo a revisar apenas 6 pruebas de desarrollo: que debo marcar la ortografía, calcularla, ver las tablas de cotejo, sumar el vocabulario anexo a las pruebas, señalar errores de redacción y poner anotaciones al margen... ver si está la idea base, o si estableció la relación, si desarrolló la opinión, si describió o sólo narró una situación cuando en verdad se le pedía otra cosa... ver si vinculó aquello de lo que se pregunta con su contexto, ver si lo relacionó con los contenidos, recordar los distintos niveles individuales de mis alumnos y adecuar los casos en que se requirió evaluación diferenciada y tuve que cambiarles unas preguntas y una parte de la prueba, por lo que aquellas tienen otro puntaje, otras observaciones... etc.
Me tomo el tiempo: 19 minutos promedio por alumno... y aún no resto la ortografía...
Al final me duele la cabeza y siento que debo estar más lúcido para seguir revisando y no ser injusto o dispar en las calificaciones.
Por último, porque supuestamente es más fácil y rápido, decido revisar los vocabularios que se anexan a las pruebas de lectura de mis alumnos más pequeños, donde cada uno debía utilizar las palabras que desconociera (con un mínimo de 20) y realizar un cuento de ciencia ficción donde las palabras estuviesen bien utilizadas... y etc.
(Y sí, salió fome la prueba, pero es que ya había abusado de otras actividades que intentaban ser entretenidas o novedosas y quería aprovechar que iba a tener tiempo para revisar redacción...)
Pero vuelvo un poco a lo de los cuentos de ciencia ficción y al vocabulario empleado... y es que la idea se entendió mal o los chicos se "pasaron de listos" y utilizaron las palabras como quisieron...
Cómo sea, aquí les va un cuento armado con algunas de las frases y las palabras que los mismos chicos seleccionaron, -y la peculiar forma de utilizar sus significados-:
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La máquina que sobrevolaba el cielo obnubilado.
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Esa mañana el cielo amaneció obnubilado (y no como de costumbre). Las nubes eran de un color cetáceo y brillante. Y eran muchas.
Por eso el hombre quería terminar antes la construcción de la máquina. Su perro locuaz ladraba y ladraba esa mañana pues se había tragado unos tornillos y le dolía el encéfalo.
Pasaba que el hombre necesitaba esos tornillos para terminar su máquina. Era un aparato sucedáneo de un ave, pues servía para volar. Pero además podía retroceder en el tiempo como si un ave volara para atrás.
Al final el perro se retractó y terminó por devolver los tornillos al hombre, no fuera a pasar que de tanto nerviosismo le ocurriera una contractura.
El hombre se alegró y le retribuyó un hueso.
Entonces el hombre terminó de construir la máquina y se ruborizó orgulloso.
Ahora podría investigar que pasaba en el terreno aéreo del país.
Cargó el estanque de la máquina con un líquido libidinoso y le amarró una metralleta porque el hombre era belicoso e inquisitivo.
La máquina se puso en el aire de inmediato y el hombre también y el perro, que se había subido al unísono.
Ellos volaron entonces hasta el centro de las nubes brillantes. Y la luz los cegaba. El perro miope aullaba, asustado.
Entonces el hombre retozó al perro y encendió la máquina del tiempo y retrocedio dos días. Había nubes normales, pero se fijo en algo. Pudo ver unos pequeños seres líquidos que tenían la cabeza brillante (el hombre tenía un ojo sagaz).
Vio que estos seres se bajaban de unas naves con formas de ampolletas que él ya había visto en unos libros pertinentes que le había prestado un progenitor, amigo suyo.
Eran seres creados por científicos de países enemigos, que querían espionar el país del hombre disfrazados de gotas de agua.
-¡He descubierto el secreto! -exclamó el hombre, sinuoso-.
Y retrocedió aún más el tiempo (con la máquina) para avisarle al Presidente, a quien iba a vaticinar.
Entonces se fijó que el hueso que le había dado a su perro también había retrocedido en el tiempo y tenía carne y parecía una pierna humana, como de féretro.
El hombres se tiró las greñas y el perro también.
Entonces ambos cayeron de la máquina, con vigor.
El hombre se llamaba Eximio y el perro Mimetizar.
Días después una lluvia brillante cayó sobre ellos, con hermosa turbulencia.
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¿Cómo lo evalúo?
¿Qué puedo hacer, señor Lavín? Le diré en una carta.
¿Puede usted ayudarme que ahora tengo sueño y no se me ocurren remediales?
Atte.
Vian
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