miércoles, 21 de julio de 2010

El corazón de Jacques-Louis David.


Como el de muchos otros, el corazón del pintor francés Jacques-Louis David tenía una extraña deformidad. La información se conoció tarde eso sí, cuando el pintor estaba muerto y se le negaba el ingreso a su país, para poder ser enterrado donde él deseaba.

Por esto, -para cumplir con su última voluntad-, el corazón del pintor fue extraído, en Bruselas, y llevado secretamente hasta Père Lachaise, donde se encuentra actualmente.

Además del cuerpo, se quedó en Bruselas quizá su mejor cuadro, La muerte de Marat, pintado poco después de que el político, quien además era amigo de David, fuera asesinado.

Al igual que a David, al cuadro se le negó el ingreso a Francia por mucho tiempo, -tal era el rechazo que causaba cualquier simpatía hacia lo que Marat representaba-, por lo que se decidió finalmente que debía quedar en la misma ciudad en que quedaron sus restos -salvo el deforme corazón, por supuesto-, casi como en un acto de rebeldía, o de orgullo.

Pero aquí no me interesa hablar ni de rebeldía ni de afanes políticos, -que sin duda David los tuvo, no olvidemos que después fue también cercano a Napoleón-, sino de un corazón deforme encontrado al interior de un hombre que murió fuera de la patria que ansiaba ver engrandecida, -al costo que fuese, es cierto-, olvidando quizá -vaya a saber uno si por la misma deformidad del corazón-, por encima de quiénes se pasaba para lograr dicha grandeza.

Y es que se dudó sobremanera que el corazón aquel que se pretendía ingresar a Francia fuese realmente el del pintor. De hecho, se puso en duda incluso que el corazón fuese el de un humano, pues la deformidad que presentaba era tal -tanto la forma, como la dimensión y las divisiones internas que el órgano tenía-, que no se creía posible que alguien hubiese podido vivir con ese extraño motor a cuestas.

Hubo pesquisas, investigaciones... fue necesario incluso cambiar el acta de defunción que atribuía la muerte a las secuelas de un accidente -David fue atropellado por un tranvía poco antes de morir-, y relacionarla directamente con la deformidad que su corazón presentaba.

Se dice que el corazón fue puesto en una pequeña urna confeccionada y pintada por Ingres -que había sido discípulo de David, al menos por un periodo-, y llevada a Francia donde fue enterrado, "con honores", en el cementerio de Père Lachaise.

Intento buscar información sobre donde está enterrado el cuerpo -sé que en Bruselas, pero no se menciona nada más-, pues me parece extraño -y hermoso también, de cierta forma-, que se visite el corazón deforme de una persona... que se construya una urna especial y sea enterrado "con honores", y, sobre todo, que la urna en que es enterrado haya sido pintada por Ingres, en secreto, sin saber siquiera, hasta el día de hoy, qué fue aquello que se pintó en aquella urna.

Después de todo, ¿qué es un cuerpo sin un corazón? ¿Han visto esas operaciones donde se le saca por un momento el corazón a una persona para corregir ciertas fallas? ¿No parece esa persona en ese instante una simple cáscara mientras el corazón sigue latiendo en manos del médico que se apresura a cauterizar o a realizar aquello para lo que necesitó sacarlo de su sitio?

Imagínense entonces que aquello que se extrae, no sólo contiene una vida y necesita ser sanado, sino que además no responde a aquello que esperamos encontrar... que sigue latiendo ahí, en nuestras manos, pero no se ajusta a aquello que uno esperaba... como si un niño estirara la mano para tomar un pájaro de un nido y encontrase de pronto un ser totalmente distinto, que no responde a nada de aquello que él conoce... ¿qué sucede entonces?

Pues bien, con el caso del corazón deforme del pintor Jacques-Louis David me sucede exactamente lo contrario. Es decir, me pongo en el lugar del corazón deforme, e intento entender, desde él, la extraña forma de amar, de ver, de comprender... aquello que en verdad tiene una naturaleza distinta a la suya, y que de cierta forma intenta tomarlo.

Y es que puede decirse que la voluntad de Jacques-Louis fue ejercida desde fuera, le fue impuesto ver algo en lo que confió más que en lo que veía su deforme corazón...

Sé que puede sonar absurdo, o complejo de explicar, pero pongo de ejemplo el mismo cuadro de la muerte de Marat: el pintor vio a su amigo, lo pintó, le quitó por supuesto las horribles manchas en la piel que justamente lo obligaban a pasarse en la bañera varias horas al día, e intentó dar cuenta de algo que sólo fue visto a medias, justamente como la revolución lo exigía...

Jacques-Louis David pintó un muerto abandonado, pinto al asesinado, ni siquiera "la muerte", sino la parte menos importante de aquello que realmente había sucedido.

Y es que al otro lado de esa muerte, o de ese cuerpo, está la asesina, la que acababa de clavar un puñal justamente en el corazón de Marat, una mujer decidida que tras darle muerte ni siquiera se alejó del lugar, sino que se entregó para ser guillotinada y tener derecho así, tras el veredicto del "juicio", de leer su propia sentencia -moral si se quiere-, para los que ejercían el poder.

Esto es lo que no vio el corazón deforme del pintor Jacques-Louis David, lo que dejó de percicibir tras ser tomado por una mano extraña que le reveló que era distinto y que no era confiable... que aquello que acusaba no debía ser cierto...

Aquí está por ejemplo lo que el pintor escribió en relación a su último cuadro (Marte desarmado por Venus y las Gracias):

"A veces me siento como Marte, despojado de todo aquello que me dio fuerza y seguridad en un momento, (...) aquella armadura que me distanció enormemente de mis propias de mis propias sensaciones (...) de mi desnudez. (...) Porque no pude confiar en mi desnudez, no confié tampoco en aquello que fueron realmente mis verdaderos impulsos, (...) quizá no los comprendí, quizá nadie los comprenda..."

Y sí, parece ser que hacia el final de su vida este corazón deforme de Jacques-Louis pudo ser visto realmente como lo que era, es decir, dejar de ser tomado por los demás como un ser extraño... parece ser que hacia el final de su vida pudo ver lo que había al otro lado de aquello que siempre observó, el otro lado de un mundo al que miró con ojos estrechos prácticamente durante toda su vida, a través de su pintura.

____


Para terminar. les dejo la imagen que realmente importaba, el verdadero rostro de la muerte de Marat: Charlotte Corday, empuñando aún el puñal y aguardando a quienes la llevarían a la guillotina, cuadro que lleva el mismo nombre que el de David, pintado por Baudry, casi 100 años después...

Y les cuento además otra cosa extraña: mientras escribía esto escuchaba unas obras de Akio Yashiro (un compositor japonés) de quien me puse a investigar recién, -pues a pesar de escucharlo bastante no sabía mucho sbre su vida-, y encuentro información que señala que murió debido a una deformidad del corazón, descrita de forma muy similar a la de nuestro Jacques-Louis...

Y la sorpresa de esto, y la música de Yashiro, y la lluvia que suena allá afuera... hacen que mi corazón lata ahora también un poco más fuerte, como si pestañease, como si quisiese ver algo también por su propia cuenta... como si me estuviese reclamando:

-No soy un músculo... -creo que me dice.

Y tiene voz de piano, simpática, como si tropezase con algunas teclas y desafinase... un poco torpe tal vez... un poquito.

2 comentarios:

  1. Simplemente genial =). Mi corazón también ha latido más fuerte, le ha gustado lo que ha leído.

    ResponderEliminar

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales