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Querido señor Vian:
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Hemos recibido sus numerosos textos y propuestas y como ya le hemos dicho, no nos parecen muy acordes con nuestro establecimiento.
El asunto no es tan sólo que no nos parezcan realmente graciosas, pues eso, como usted tan enfáticamente lo señala, es subjetivo, a pesar de que el total de personas a quienes les ha sido dado a leer, por parte de esta empresa, sus múltiples "guiones", no han tenido una reacción determinada; más aún, no han tenido ningún tipo de reacción apreciable, salvo cierto disgusto por el tiempo empleado en dicha labor.
Por otro lado, sin ser un experto en el "arte del stand up", como usted lo llama, tengo entendido que el objetivo final de esta actividad es lograr la risa del espectador y/o proporcianarle, al mismo, un tiempo agradable mientras comparte un momento distendido con otros, lo que se distancia mucho de lo que sus textos, según lo que he podido apreciar, le producen a sus desafortunados lectores.
Hasta antes de esta carta, me había permitido expresarle agradecimiento por hacerme partícipe de sus creaciones, y sí, es cierto, había sido breve en los argumentos que respaldaban mi negativa a incorporarlas como parte de mi programa de atención del establecimiento -como usted lo llama-, pero, tras sus innumerables insistencias (perdón, numerables: 37) me he decidido a entregarle de forma un poco más detallada, la base de esos argumentos.
Respecto a sus primeros guiones o rutinas ("El vaso que se quiebra, pero no se rompe"; "Las gallinas caminan hacia atrás" y "Todos somos náufragos, menos yo") mis razones no son "antojadizas" como me señaló en un primer momento, sino que responden exclusivamente a la sensación que produce su excesivo cuestionamiento al sentido profundo de la vida de mis propios clientes y que temo, pueda provocar, al menos, desazón en una parte considerable de ellos
A modo de ejemplo, y de respaldo, me permito recordarle el final de su actuación en "Las gallinas caminan hacia atrás" donde usted mismo, vestido de gallina, -disfraz que además pretendía se lo costease este servidor-, comenzaría a caminar hacia atrás entre los lugares de mis clientes mientras les picotearía, azarosamente la cabeza... ¿puede decirme acaso que eso no es ofensivo? ¿que evidenciar que las gallinas se alimentan de gusanos y señalar que incluso éstos no tienen de qué alimentarse en el interior de nuestros clientes puede producirle gracia a alguno de ellos?
Ahora bien, admito que en otras de sus "creaciones" este tono ofensivo decae, pero el contenido de aquellas creaciones me parece del todo pesismista y deseperanzador ( me refiero sobre todo a los textos "Había una vez, pero ya no", "No apostaría por un caballo llamado Humanidad" y "Señora, se le descosió el espíritu") tanto así que uno de mis empleados más responsables (empleado del mes en abril y mayo de este mismo año) luego de leerlo, solicitó, acto seguido, una licencia por depresión que ya suma 35 días y que no arroja luces de terminar prontamente.
Por otra parte, el refuerzo que usted mismo entrega en la carta número 9 (donde defendía estos textos como si de hijos suyos se tratasen) no me parece pertinente, y sí, es cierto, "no está a mi altura" como usted señala, pero los nombres de Kant, Spinoza, Wingarden, Wittgenstein y Zenón, no me dicen cómo solucionar la ausencia de mi empleado, que, por lo demás, me veo imposibilitado de despedir, justamente por esas leyes de las que usted mismo se burla en otro de sus textos, cuyo nombre, en este momento, ni siquiera me acuerdo.
Quizá mi error estuvo en darle ciertas sugerencias en ese entonces, y no plantearle que mi constante negativa respondía a algo más de fondo, y que, si bien, no tiene que ver con su persona, sí tiene que ver con su discurso, tome la forma que tome en cada uno de sus textos.
Es cierto, le incorporó música, como le sugerí, pero no me refería a traer bandas en vivo, o grupos sinfónicos, aunque, por lo demás, quizá eso me sirvió para reconocer en usted a un hombre destemplado, y protegerme contra un posible cambio de opinión... ¿o me va a decir que variar entre un cuarteto de cuerdas y una pequeña banda de ukeleles no admitía más matices?
Respecto a sus últimas creaciones ("Pasando lista en mi curso", "Pessoa reía más que yo" y "Me caí del vientre abierto de Mishima") si bien contienen algo similar a lo que comúnmente entendemos como "chiste" o "chanza", no me parecen del todo terminados. Es decir, parten bien, pero ¿no se acostumbra a que aquellas tengan un desenlace? ¿no es justamente aquel desenlace el que permite el origen de la risa: el diástole digamos?
Por lo demás, si es que he sido lo suficientemente perspicaz, creo que en algunos de sus "chistes" se hace referencia a mi persona en un tono, al menos, burlesco, privándome de mis numerosos y valiosos talentos que me permiten, por ejemplo, tener mi propio establecimiento y tener una vida sexual activa y plena, lo que creo, no me es posible decir de usted, al menos si analizo en profundidad el subtexto de sus escritos.
De esta forma: "el dueño que no sabía leer, pero sí escribir", o "la estupidez nos hace decir que no" fueron las gotas que rebalsaron el vaso, de la misma forma como sus rutinas más burdas y directas ("La cenicienta ya no se sienta", por ejemplo) son las que hoy me impulsan a decirle abiertamente algo que por pudor no me había atrevido a decirle antes:
¡Váyase a la mierda! ¡Es usted la persona más fome e intolerable que me ha tocado conocer! ¡No tiene futuro alguno en el espectáculo! y por último -esto me lo ha dictado uno de mis trabajadores pues no acostumnbro a decir -ni pensar- estas cosas:
¡Deja de wear weón conchetumadre! (no sé si así se escribe, pero creo que se entiende la idea).
Le recuerdo por último que las preguntas que en algunos momentos le he señalado en esta misiva son simplemente retóricas, y no requieren respuesta alguna de su parte, las que además, le advierto, de existir, no serán leídas en esta oportunidad.
Espero haber sido claro.
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Se despide atentamente.
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X.X.X., Estilista internacional
(y dueño del salón unisex más prestigioso de la zona oeste de Santiago, pese a quien le pese)
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Querido X.X.X.:
Seré breve:
1) En uno de sus párrafos señala que mis cuestionamientos del sentido profundo de la vida de sus clientes (cuando en verdad yo sólo cuestionaba el mío) podía provocar, "al menos desazón" en una parte considerable de ellos; pues bien me gustaría preguntarle ¿a qué se refiere con "en una parte considerable" de ellos?
2) La idea del stand-up en una peluquería, además de darle status a su establecimiento hubiese podido -¡y quizá hasta aún pueda!- revolucionar el género: piénselo, yo hablaría de espaldas a ellos, tal como le había señalado y, si esto además pudiese hacerse desde un lugar elevado -le envío boceto y presupuesto- pudiese reproducir la voz de su Dios u otro ser divino de su agrado, con lo que todo cuestionamiento por parte de los "clientes" sería un ítem que podríamos desdeñar de inmediato.
3. Me permito aclararle que mi estilo es distinto; de hecho no soy fome, soy zen, y pretendo demostrárselo en el documento adjunto que le envío bajo el mismo nombre.
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P.D.1: Haré caso omiso a sus ataques, a mi parecer innecesarios... y en cuanto tenga cómo, pretendo responderle tajantemente, -y con pruebas si es necesario- respecto a los que se atreve a decir respecto a mi vida sexual, de la que incluso yo, actualmente, no tengo nada que decir.
P.D.2: Las prendas e indumentaria necesarias para el número "No soy fome, soy zen", pueden correr por cuenta mía esta vez, considerando todas las molestias que se ha tomado al responderme.
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Que tenga un feliz día.
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Vian
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Jajajajajjaa
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