lunes, 1 de enero de 2024

F. recibe una herencia.


F. recibió una herencia de un tío lejano.

Se trataba de una casa que el tío tenía en una zona boscosa, a la que accedías solo por la carretera austral.

No era, por cierto, la casa principal del tío, ya que este había vivido sus últimos diez años sin siquiera salir de Puerto Montt.

Por las fotos, F. vio que se trataba de una casa de madera, algo pequeña.

Una cabaña, digamos.

En las fotos, también podían apreciarse los muebles, pues la casa venía con ellos.

Bastante sencillos, algo viejos… no se apreciaba en ellos -salvo por lámparas y cosas pequeñas-, artículos electrónicos.

No entiendo bien por qué razón, pero lo cierto es que recibir la casa amueblaba pareció molestar a F. O eso se desprendía, al menos, de su actitud.

-¿Qué es lo que te molesta? -le pregunté directamente.

-No es molestia, pero se siente extraño -me dijo-. No es lo mismo recibir una casa, que una casa amueblada.

-Claro -señalé-. La casa amueblada tiene muebles.

-No… no es solo eso -intentó explicar-. Una casa amueblada siempre te será más ajena, eres como una visita en ella…

-¿Como heredar la ropa del hermano mayor o adoptar un hijo en vez de tener uno propio…?

-No bromees con eso -me dijo, algo molesta-. Es solo que no termina de pertenecerte, no es esencialmente tuya…

-Ya -le dije-. De todas formas, supongo que puedes sacar los muebles viejos y llevar otros. Las cosas pueden reemplazarse por otras, ¿sabías?

F. me observó, en silencio. Sentí que me miraba como si yo mismo fuese una casa ya amueblada.

De hecho, comprendí en ese instante que siempre me había mirado así.

-Lo siento -dije entonces.

-¿Qué es lo que sientes? -preguntó ella.

-Siento estar amueblado -le dije.

Ella sonrió.

-Todos estamos amueblados -dijo entonces-. El problema es que tú te tropiezas con tus propios muebles.

Pensé un poco en sus palabras.

Tal vez era una observación correcta, pero estaba a destiempo.

-¿Quieres ver las fotos de la cabaña? -me preguntó entonces, conciliadora.

Yo asentí.

Era una cabaña como cualquier otra.

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