miércoles, 3 de enero de 2024

No es verdad la noche.


I.

No es verdad la noche.

La oscuridad sí, por cierto, pero no la noche.

Y todo -excepto la oscuridad-, es parte del decorado.

El telón negro, el descenso de la temperatura, las estrellas.

Todo es, finalmente, escenografía, aunque no lo parezca.

Incluso los sueños son parte del artificio.

¿No lo sospechabas, acaso?

Yo creo que sí, o que al menos algo intuías.

Así y todo, tuviste que esperar a que yo lo dijese.

Siempre esperas hasta este punto.

No es verdad la noche, te digo entonces.

Por supuesto que no es verdad.



II.

A veces, en la noche, dejan muñecos en algunos lados, como meros bultos.

Una vez los vimos, no sé si recuerdas, y tú aseguraste que se trataba de bolsas con basura.

Entonces, te dije que nos acercáramos, pero tú te negaste a comprobar.

La función es la misma de todas formas, dijiste nerviosa.

Y fue así como supe que estabas metida en aquel asunto.

Y que eras parte, en cierta forma, de la misma noche.



III.

Vuelvo atrás, ahora, para decirlo con otro tono.

No es verdad la noche.

Un rito necesario, tal vez, pero no es verdad.

Por esto, cuando hablamos, algo no nos permite ponerle nombre a aquello que observamos.

O no un único nombre, al menos.

Yo le llamo noche, por ejemplo.

Siempre lo he llamado de esa forma.

Además, si soy sincero, nunca supe nombrar la oscuridad.

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