viernes, 26 de enero de 2024

Pasajes de más.


Llego al aeropuerto y hago lo que debe hacerse. Luego me acerco a abordar.

-Para este vuelo se vendieron pasajes de más -me dicen.

-De acuerdo -digo yo, dispuesto a abordar-. Por mí no hay problema.

-No me entiende -me explica-. Se vendieron dos veces el asiento 11, el 23, el 35 y el 44…

-¿Y qué hay con eso? -interrumpo.

-Que usted tiene el 35.

-Así, es, tengo el 35 -admito-. Lo compré hace más de seis meses así que supongo que tengo el original, el correcto…

-No funciona así, señor -me dicen-. El orden en que se realizó la compra no soluciona el inconveniente.

Como sigo sin entender y hay más gente intentando abordar me piden que los siga hasta una pequeña sala, donde me encuentro junto a otras personas, molestas e indignadas.

Apenas entro me invitan a efectuar demandas, me dicen que ya tienen abogado, que exigirán compensaciones importantes y que es más conveniente que demandemos juntos.

-Además, igualmente, ninguno de notros podrá viajar hoy -dice una mujer que está con lentes de sol.

-¿A qué se refiere con ninguno? -pregunto.

-Para evitar un aspecto de la demanda no dejarán viajar a ninguno de los que compramos los asientos repetidos -me explican.

-¿Y el avión viajará con esos asientos desocupados? -pregunto.

-Exacto -me dicen.

Luego de esto siguen hablando. Igual de molestos, por supuesto. Yo, en tanto, no dejo de pensar en lo absurdo que me parecen esos asientos vacíos.

Poco después me piden mis datos. Nombres, teléfono, cosas así. Todo con el fin de organizar la demanda.

No sé bien por qué, pero les doy datos falsos.

-Usted se ve tranquilo -me dice entonces la mujer de lentes de sol-. ¿No le indigna la situación?

-Estaba indignado desde antes -le digo.

La mujer voltea hacia otro lado Parece molesta conmigo, también.

-¿Por qué usa lentes de sol en una sala cerrada al interior de un aeropuerto? -le pregunto.

No me responde.

Su situación me parece tan absurda como los asientos vacíos del avión, que por cierto ahora debería estar despegando.

Poco después, entra una chica a avisarnos que vendrán representantes de la línea a buscar una solución que nos satisfaga a todos.

Mientras tanto nos traerán un refrigerio.

-¿Puedo ir al baño antes que lleguen los representantes? -pregunto.

Me dicen que sí. Que incluso puedo utilizar el baño privado de las oficinas de la aerolínea.

-No es necesario -le digo.

Cuando salgo, la mujer de los lentes de sol me observa, como si sospechara que no voy a regresar.

-Es cierto -le digo, al salir. Soy un asiento vacío.

Pero ella, tras sus lentes, no comprende.

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