lunes, 22 de enero de 2024

Un sobre afuera de mi casa.


Dejan un sobre afuera de mi casa.

Un sobre grande, de papel marrón.

Tiene escrito mi nombre, con letras grandes, en negro.

Cuando lo abro descubro que dentro hay un huevo frito.

Muy frito, de hecho, casi quemado.

La yema está seca y la clara algo reseca.

Lo saco del sobre y descubro que todavía está tibio.

Busco algo más en el sobre, pero no hay nada más.

Poco después le cuento a mi hijo.

Él se ríe y no se lo toma muy en serio.

Tal vez piensa que me lo he inventado yo.

Busqué bien en el sobre y no había nada más, le digo.

¿Buscaste en el huevo?, me pregunta él.

No sé qué decirle.

Entonces pongo el huevo en un plato y le pregunto cómo debería buscar.

Él no me responde, pero me pasa un cuchillo.

Parto la yema reseca y también la clara, en pequeños trozos.

No veo nada extraño.

Como mi hijo me nota algo ansioso dice que no me preocupe.

Es solo un huevo frito, me dice.

Pero estaba en un sobre de papel que lleva mi nombre, alego.

También es mi nombre, dice él.

Es cierto.

A veces lo olvido, pero es cierto.

Como no atino a hacer nada mi hijo toma los restos del huevo y los vuelve a meter en el sobre.

Luego mete todo a la basura.

No todo es un símbolo, me dice.

Es verdad, digo yo.

Poco después, sacamos la basura.

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