martes, 16 de enero de 2024

Hombres naturalmente cuerdos.


Sueño que estoy en una conferencia, como espectador, escuchando a un tipo hablar sobre los hombres naturalmente cuerdos.

-Vistos desde lejos o desde cerca uno sabe lo que son: hombres naturalmente cuerdos. Incluso no viéndolos uno sabe lo que son…

Mientras habla, se proyectan en una gran pantalla una serie de imágenes de los que, supongo, son ejemplos de hombres naturalmente cuerdos. Hombres y mujeres, por supuesto. De distintas edades y características físicas. Creo reconocer a algunos, pero no recuerdo de dónde.

-No saben que se exhiben, por supuesto -sigue diciendo el hombre-. No sospechan que exhiben su cordura… Probablemente ostentarían de ella si lo supieran, aunque de igual forma no tendría mérito alguno, pues como ya hemos dicho se trata de una cordura natural, simplemente…

Tomo apuntes mientras el hombre habla. Sé que estoy dentro de un sueño, pero igualmente tomo apuntes para fijar lo que dice y recordarlo cuando me despierte… o tener una mayor posibilidad de recordarlo, al menos.

-De todas formas -continúa-, no es bueno que el hombre naturalmente cuerdo sea consciente de su propia cordura… En este sentido hacérselo saber de golpe podría ser tan peligroso como despertar a un sonámbulo… En sentido figurado, por supuesto…

Para acompañar estas últimas palabras, se han proyectado en la pantalla una secuencia de imágenes que dan cuenta de un mismo hombre naturalmente cuerdo que aparentemente se hace consciente de sí, y luego se transforma.

Debemos temer la locura del hombre naturalmente cuerdo, observo que he escrito en mi cuaderno de apuntes. Y debemos temer también ser ese hombre, agrego.

El sueño sigue así un rato más hasta que descubro que no logro levantar la mirada. Es decir, he quedado mirando hacia abajo, hacia mis apuntes, pero no consigo observar la pantalla que al parecer está proyectando imágenes impactantes, teniendo en cuenta los sonidos de asombro que producen los otros espectadores de la conferencia.

Así, sigo esforzándome hasta que escucho la voz del conferenciante quien me advierte a viva voz que mis esfuerzos serán vanos.

-Es por tu bien -señala-. No es bueno que veas lo que sigue.

Sus palabras, sin embargo, solo logran inquietarme un poco más. De hecho, me angustio tanto que comienzo a balancearme en la silla, para hacerla caer, y ver si de esa forma logro observar la pantalla.

Justo cuando caigo, lamentablemente, todo mi sueño queda a oscuras y en silencio.

Y yo despierto.

-¿Qué estabas soñando? -me pregunta entonces una chica que estaba observándome, a un costado de la cama.

-Tú no estás aquí -le digo.

Ella ríe. Me mira a los ojos y ríe.

Yo, en tanto, espero simplemente a que ella desaparezca. Pero no lo hace.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales