domingo, 3 de octubre de 2021

Uno de cada tres.


No exageremos. No es para tanto. Después de todo, uno de cada tres días soy yo. No es desaparecer, digamos, sino racionarse un poco. Yo al menos lo decidí así luego de hacer unos cuantos cálculos. Consideraciones y cálculos, más bien. Fue entonces que lo resolví y me lo dije una y otra vez, con convicción, para no contradecirme más adelante. Uno de cada tres días está bien. Lo otro ya es abuso. Es agotarse uno mismo, innecesariamente. Además, no se trata solo de cansancio. Me refiero a que cargarse todo el tiempo es complejo de otra forma. De una forma que puede incluso llegar a ser frustrante cuando tus creencias pesan demasiado. ¿Qué hay que hacer, entonces? Me atrevería a decir que lo esencial es que en esos días en que no eres tú, no te contradigas mayormente. Que tus acciones no ataquen ni debiliten al tú que ha de reaparecer al tercer día. Deja pasar esos días. Auséntate un poco. O si prefieres: preocúpate de no mentir, simplemente. Y es que no debes olvidar que al tercer día debes resucitar y ser tú mismo, nuevamente. De a poco. Correr la piedra tras la cual te ocultaste de los otros. Donde descansaste pues cansaba ser tú mismo. Si hasta sientes que mueres un poco, cuando lo eres. De a poquito, pero eso pasa. Hay desgaste, digamos. O hasta una erosión inevitable. Uno de cada tres días está bien. Con eso basta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales