lunes, 25 de octubre de 2021

Flores sin raíces.

“Sobre estera de flores
medran aquellas flores
y raíz no conocen”

Los versos del epígrafe están tomados de un antiguo poema náhuatl. Me lo enseñaron una vez en que justamente conocí aquel tipo de flores. Parecían sobrepuestas sobre otras que crecían entrelazadas, con apariencia de arbusto en la orilla de un lago. Las flores del arbusto, por supuesto, tenían raíces y crecían como un arbusto común, digamos, cerca de la orilla de ese lago. Sobre ellas -sobre esta “estera de flores”, siguiendo el verso náhuatl-, era posible encontrar estas otras flores, unidas por una especie de tallo como si fuesen luces en un árbol de navidad, aunque sin conexión alguna a la tierra. Flores sin raíces, como decía en un inicio. Extrañas. Surgidas en principio como parásitos de las otras flores, aunque luego las igualan en belleza y es difícil distinguir entre unas y otras.

Intenté averiguar si era bueno dejarlas o no, sobre las otras, por si le producían algún tipo de daño más allá del “robo de luz” que hacían al estar sobre ellas. Nadie respondió claro a esto, así que obviamente las dejé donde estaban, tal como hacían los habitantes del lugar sin preocuparse demasiado por ellas.

-No se preocupe -me dijeron, sonriendo-. No ponga su pensamiento sobre la tierra.

Y claro, yo seguí el consejo y me fui del lugar. Aunque sin saber todavía, si soy sincero, donde poner finalmente el pensamiento.

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