martes, 12 de octubre de 2021

Cuando Dios se aburre suelta el mal.


I.

Cuando Dios se aburre suelta el mal.

Lo suelta entre nosotros, me refiero.

No es de malo, que lo hace, como dicen algunos.

No es, tampoco, el resultado de su ira ni un castigo por nuestro comportamiento.

Puede ser difícil de aceptar, pero lo cierto,
es que no somos tan importantes.

Lo que ocurre, simplemente, es que Dios se aburre.


II.

Pueden creerme o no creerme, pero es cierto:
cuando Dios se aburre suelta el mal.

Ahora bien, cuando digo que lo suelta,
no es que antes lo tuviese prisionero
o confinado en algún sitio.

Lo que quiero decir, en cambio,
es que lo deja salir,
desde dentro de sí mismo.

No es que lo engendre en ese instante,
ni que lo haya tenido prisionero dentro de sí,
el aburrimiento simplemente deja abierta una válvula
por donde sale el mal.

Estemos tranquilos.

No hay para qué
ni por qué
culpar a nadie.


III.

Cuando Dios se aburre suelta el mal.

Aunque esto ya lo dije varias veces, y probablemente los aburra.

Sé que no es un tema del que acostumbremos hablar,
pero hay algunos aspectos importantes,
que solemos dejar de lado.

En lo personal, trato ante todo de no ofenderlo a usted,
ni criticar por un instante su naturaleza.

Por lo mismo, aclaro que no dije en ningún momento,
que fuimos hechos a semejanza de Dios,
ni insinuar algo parecido.

También, antes de terminar,
me gustaría señalar que Dios se aburre,
según mis cálculos,
prácticamente todo el tiempo.

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