jueves, 28 de octubre de 2021

Cuestion de peso.


Sabía subir a un árbol, pero no bajarse. Por lo mismo, quedaba siempre con heridas cuando intentaba el descenso. Por lo general, dejaba de intentar bajar cuando la altura era aproximadamente de cuatro metros y simplemente se dejaba caer. Solo una vez se fracturó de gravedad y había sido hace años. Desde entonces, había aprendido a caer con cierta gracia, rodando en el suelo para amortiguar el golpe y solo terminaba con algunos moretones y magulladuras. No era una mala técnica, aunque igualmente se burlaban. Pensaban que lo hacía de gusto, probablemente por llamar la atención. Si podía subir era ilógico que no pudiese bajar, comentaban algunos. Pero ellos no sabían, por supuesto, y él no se preocupaba de explicar en detalle qué le ocurría. Después de todo, no era cuestión de vértigo ni de otra dificultad fácilmente explicable.

-Es como si llevase más peso cuando bajo -me dijo, en una ocasión-. Puede no sonar lógico, pero para arriba es distinto… para arriba depende de mí, de mi fuerza, digamos… de mi voluntad… Para abajo en cambio es como renunciar a algo o hacer algo que en el fondo no quiero, y debo cargarme como si fuese un peso muerto…

-¿Nunca quieres bajar? -le pregunté esa vez, creyendo que lo comprendía.

-No es eso -me dijo, cortante-. Intenta hacerlo un día y verás a qué me refiero.

-Es que yo no sé siquiera subir a un árbol -alegué.

-Todos saben -me contestó, antes de alejarse-. Todos saben y en el fondo todos quieren hacerlo.

Poco después, ese mismo día, probé a ver si era cierto.

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