miércoles, 27 de octubre de 2021

Cerrar desde dentro.


Al llegar la noche, acostumbraba cerrar la puerta del dormitorio, desde dentro. Con llave, me refiero, aunque estuviese a solas en la casa. No sabía bien por qué lo hacía, pero supongo que eso le transmitía cierta seguridad. Era como tener una pequeña casa dentro de otra casa, lo que generaba un espacio que, bajo su mirada al menos, lo hacía parecer independiente del resto. De esta forma, su dormitorio se transformaba en un refugio que le permitía protegerse de algo que no lograba determinar, pero que acechaba siempre desde los rincones que no podía mantener vigilados. En su cuarto, en cambio, con la cama puesta en la esquina más lejana a la puerta, se tenía una visión de todo el lugar, y la única amenaza posible estaría fuera. Más allá de la puerta, digamos, que al encontrarse bajo llave, alejaba hasta cierto punto esas posibles amenazas.

A veces, llegaba a pensar en desplazar algunos muebles hacia la puerta, para hacer una especie de barricada, pero afortunadamente, hasta el momento, había logrado vencer esa inclinación.

Después de todo, parecía temerle a algo que todavía no se había manifestado, por lo que cualquier acción que realizara podría considerarse absurda y hubiese permitido a los otros cuestionar su comportamiento y burlarse de su actuar.

Esta noche, sin embargo, en que nuevamente ha puesto llave y observa todo desde su cama en un rincón de la habitación, hay algo en el aire que parece avisar que todo será diferente. No más terrible, pero al menos diferente.

Un ruido primero. Luego otro.

Entonces comenzó.

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