domingo, 1 de agosto de 2021

Como un mantra.


No hacemos lo correcto.

Nunca hacemos lo correcto.

Nunca haremos lo correcto.

Esos fueron desde un inicio, los tres principios fundamentales.

Una especie de compromiso que nos acostumbramos repetir como un mantra.

Sonaba mal, incluso, pero lo repetíamos de igual forma.

Al comenzar cada día, lo repetíamos.

Seriamente, como parte de un ritual.

Como la reducción final de una oración que no tenia ya a quien dirigirse.

No hacemos lo correcto.

Nunca hacemos lo correcto.

Nunca haremos lo correcto.

Una y otra vez, lo repetíamos.

Lo hacíamos propio, de esa forma.

Aunque los demás condenasen nuestras palabras.

Incluso así, elegíamos hacerlo.

Si lo pienso ahora, supongo que era hasta cierto punto, la manifestación de nuestras diferencias.

La manifestación basal de nuestras diferencias.

No hacemos lo correcto.

Nunca hacemos lo correcto.

Nunca haremos lo correcto.

Eso es lo que salía de nuestras bocas

Lo que flameaba, desde nosotros, como si fuesen banderas.

Aclaro, sin embargo, que no asumimos esa voz por rebeldía.

El rechazo simplemente se dio como una forma de ser honestos.

Y es que lo correcto, a fin de cuentas, entendimos que era algo que atentaba contra nosotros mismos.

Al final del camino, por ejemplo, morir era siempre lo correcto.

Nosotros, en cambio, preferimos evitar todo aquello.

Y fue así que aprendimos a gritar.

A gritar sin alzar la voz, digamos, pero gritar al fin y al cabo.

No hacemos lo correcto.

Nunca hacemos lo correcto.

Nunca haremos lo correcto.

Esa fue nuestra forma de gritar.

De recordarle al mundo (y a nosotros), quienes somos.

Cada mañana, les decía, como un mantra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales