lunes, 9 de agosto de 2021

Hasta ahí.

"¿Apresurado yo...?"
A. S.

En realidad nadie dijo nunca lo que él dijo, pero por el tono y la forma en que dijo aquello que nadie más había dicho pareció en realidad que aquello que él dijo había sido dicho muchas veces anteriormente. Así, como todas las cosas que han sido dichas y escuchadas muchas veces, pensamos casi de inmediato que todo aquello carecía de valor y que se trataba simplemente de palabras sonando entre ellas como acostumbra pasar, sin que la trascendencia asome en medio de ellas ni lo más mínimo. O sea que lo que digo en el fondo, si me entiendes, es que la culpa en esto no es del todo nuestra, sino más bien es producto de un malentendido producido por la forma en que él habría dicho lo que dijo, y que ahora recién, aunque es tarde, reconocemos que es mucho más que ruido, como lo clasificamos en esa instancia, en la que actuamos, según comprendemos recién hoy, de la forma no más correcta. En resumen, lamentamos lo ocurrido, pero lo cierto es que nos fue imposible reconocer en primera instancia el valor de aquello que hoy sabemos valioso y perdido y, si quieres, hasta irremplazable. No puedo con mis palabras ir más allá. Me refiero que podemos darle más vueltas al asunto, por supuesto, pero ya todo está hecho. Lo desperdiciado, desperdiciado está. De ahí que digamos que está desperdiciado... ¿Se entiende? Lo que te digo ahora es que las palabras no están de más hasta que comienzan a estarlo. Y entonces hasta ahí.

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