jueves, 19 de agosto de 2021

¿Un chihuahua?


A J. le regalaron un perro. Ella era pequeña y pasaba gran parte del día sola, así que decidieron hacerle ese regalo. El perro era pequeño y tenía rasgos definidos. Por lo mismo -y porque así lo dijeron a sus padres cuando les vendieron el cachorro-, todos pensábamos que se trataba de un chihuahua.

Lo cierto, sin embargo, es que pasaron los meses y entonces el perro comenzó a crecer. Y decidimos entonces que no era realmente un chihuahua.

Extrañamente, el perro seguía pareciendo un chihuahua, solo que de mayores proporciones. Me refiero a que mantenía los rasgos de esa raza y si le sacabas una foto sin ninguna referencia que pudiera dar luces sobre su verdadero tamaño, cualquiera hubiese dictaminado que lo era -o que seguía siéndolo, más bien-, sin ningún tipo de duda.

J., en tanto, igual de pequeña que cuando recibió su mascota, seguía pensando -supongo-, que el perro era algo así como un todo continuo. Un ser que no había revelado ser en realidad otra cosa. Y parecía contenta, por eso. Segura. Como si a ella, en el fondo, no la hubiesen engañado.

-¿Sabes que va a pasar si sigues creciendo y yo no crezco? -le preguntó J. al que había sido un chihuahua para todos, tiempo atrás.

-¡Guau…! -contestó el perro. Y J. pareció alegrarse, con esa respuesta.

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