lunes, 15 de marzo de 2021

Cajas.


I.

Cajas.

Cientos de cajas.

Cajas de cartón.

Apiladas unas sobre otras.

Selladas.

Cafés.

Cajas sin mayores inscripciones.

Cientos de cajas apiladas.

En hileras.

Todas en un galpón a media luz.

Un galpón en el que soy lo único que no está dentro de una caja.

O eso parece, al menos.

Me refiero a que eso habría dicho, en un inicio.

Aunque ahora lo dudo.

Cientos de cajas y yo.

Yo y lo que siento, más bien.

Dentro de una caja.

Una caja más dentro de todas estas cajas.

Vaya a saber en cuál.

Como si pudiese interesarle a alguien.


II.

No me inmuto, en el galpón.

Solo observo.

Miro y constato la existencia de las cajas.

Soy necesario, digamos, para ellas.

Porque las miro existen, me refiero.

Porque las observo y les cuento sobre ellas.

Aun así, confieso, nada me produce el observarlas.

Y es que estoy inmóvil, en el fondo, como ellas.

Antes, tal vez, hubiese habido misterio.

Interés por el contenido, al menos.

Ahora que sé, sin embargo, que el contenido no viene a cambiar nada.

O no transforma nada, al menos, permanentemente.

La acción de estar frente a ellas es cada vez menos acción.

Y yo, por cierto, cada vez menos sujeto.

Puedo alargarme, por supuesto, pero el final será siempre similar.

Las cajas y yo.

Yo y las cajas.

No hay otra solución.

Para llegar al fondo del pozo, en estos casos, solo queda beberse el agua.

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