sábado, 20 de marzo de 2021

Se subió al árbol.


Se subió al árbol.

Por la mañana.

Recién amanecía cuando se subió al árbol.

Un árbol bajo, en todo caso.

Un tanto seco.

Apenas tenía ramas.

En este sentido,
podría decirse que era más un tronco
que un árbol.

No sabemos por qué subió.

No sabemos para qué subió.

Pero sabemos que lo hizo, sin duda.

Que subió por la mañana, me refiero.

Cuando recién amanecía, para ser exacto.

En lo personal,
confieso,
no lo vi subir.

Pero quienes lo vieron comentan
que no tuvo mayor dificultad.

Que se impulsó por sí mismo,
sin soporte alguno,
más allá del soporte mismo
que era el árbol.

En mi caso,
lo vi cuando ya estaba arriba.

Y horas después
que había amanecido.

Me pareció tranquilo.

Sereno.

Cómodo, incluso, pues tenía un punto
donde apoyar su espalda.

Tanto así que lo envidié, un poco,
mientras lo observaba.

No parecía hacer nada especial,
en todo caso.

Me refiero a que, apenas,
parecía observar algo.

Aunque claro…
si alguien me hubiese mirado a mí,
en ese instante,
podría haber dicho, sin duda,
algo similar.

Similar hasta el punto que yo no estaba,
por cierto,
arriba de algún árbol.

Cuando por la tarde lo vimos ahí, todavía,
y comenzó a anochecer,
nos reunimos para hablar del tema.

Entre otros puntos,
convenimos que era necesario
que al menos uno de nosotros
fuera a verlo.

No llegamos,
sin embargo,
a ninguna conclusión.

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