viernes, 26 de marzo de 2021

Ed fue iluminado.


Ed fue iluminado un día de marzo de 1979. Literalmente fue iluminado. Resplandeció por todo un día en un sector medianamente acomodado de Boston, en el que Ed trabajaba como carnicero.

Recibió comentarios de los clientes, por la mañana y hasta fue gente a comprar al negocio con el único de comprobar si era cierto. El rumor corrió rápido y la carnicería se llenó de gente a tal punto que se acabaron sus productos poco después del mediodía. Poco después, por razones de seguridad, el dueño solicitó cerrarla más temprano, aquel día.

La iluminación de Ed, por cierto, no lo hacía incandescente. Me refiero a que no era Ed quien emitía luz propia, sino que parecía estar iluminado por un foco que lo siguiera a todos lados, como a un personaje central en un musical o una obra de Broadway. Aún así, expectación que causó en los demás iba en aumento y Ed incluso tuvo miedo de volver a su casa, en esa condición.

Por lo mismo, decidió quedarse en la carnicería durante la noche. Además, no tenía nadie que lo esperar en casa. El dueño se lo permitió e hizo creer que había salido por una puerta trasera para que los curiosos dejasen de rondar el lugar.

Por la noche, a solas, Ed notaba que todavía era iluminado, pero de cierta forma sintió que la luz comenzaba a debilitarse y supo que, por la mañana, todo volvería a ser normal, y que habría perdido el protagonismo alcanzado la jornada anterior.

Tal vez si hubiese hecho algo, mientras era iluminado, pensó. Pero no se le ocurrió qué.

Ya de madrugada, un par de horas antes que fuese el tiempo de abrir el local, Ed comprendió que la luz se había retirado.

Que alguien, tal vez, había dejado de observarlo.

Entonces se sintió torpe y hasta lloró un poquito.

Era una luz tibia, descubrió en ese instante.

Y se durmió.

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