sábado, 13 de marzo de 2021

Ese río es una estafa.


I.

Ese río es una estafa.

No va a ninguna parte.

Es más: ni siquiera es un río.

Lo llamamos así por costumbre.

Porque nos dejamos engañar por la vista.

O porque a veces preferimos no saber lo que es, si no es un río.

No sé si me explico.

Ese río es una estafa.

Pero no podemos culpar a nadie.

Nosotros creamos la estafa.

Fuimos estafadores y estafados, en este asunto.

Por eso el alegato es sencillo.

Sin indignación.

Sin mayor sorpresa, incluso.

De hecho, apenas cumplo con enunciarlo.

Y es que de cierta forma siempre lo supimos.

Ese río es una estafa.

Otra estafa, me refiero.

Una de tantas, aunque no por eso no haga daño.

No sé si me explico.


II.

A veces, nos bañamos en eso que no era un río.

Y hasta bebimos de él, fingiendo que el río nos saciaba.

Caminamos por sus orillas.

Creamos senderos, para acompañarlo.

Pero ese río, como decía, era una estafa.

Una estafa necesaria, tal vez, pero una estafa, al fin y al cabo.

Y es que necesitábamos que estuviera ahí.

Que su trayecto esbozara la existencia de otros lados.

Necesitábamos pensar que había movimiento, me refiero.

Aunque apenas me acerqué, eso fue lo que intentamos.

Con fuerza.

Con excesiva fuerza, tal vez.

Con equivocada honestidad.

Con miedos que no controlamos.

Todo eso, por cierto, fue lo que hizo al río.

Y fue también lo que nos hizo dudar, si era o no una estafa.

No sé si me explico.

Y tampoco sé, sinceramente, si valga la pena explicarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales