martes, 2 de marzo de 2021

Diseñamos muebles inútiles.


Diseñamos muebles inútiles. Muebles-objeto, digamos. Estructuras. Desde hace años comenzamos a hacerlo. Puede sonar como algo fácil, pero desde ya les digo que es más complejo de lo que parece. La idea surgió luego de leer un texto de Lipovetsky. Un texto extraño en el que, por cierto, no se hablaba en absoluto de muebles, pero que por alguna razón nos llevó a esa idea. Recuerdo que esa misma noche, sin haberlo conversado o planificado en lo absoluto, ella y yo hicimos el bosquejo del que sería nuestro primer mueble inútil. Ella en un cuaderno en el que anotaba ideas y yo en una servilleta, en las que también solía anotar y perder las mías. Fue así que, en su libreta, puede observar una especie de cajonera sin cajones. Un cuerpo hermético, pero que sin embargo tenía en su interior algunos cubículos, a los que no se podía tener acceso desde el exterior de mueble. En mi caso, cree un mueble irregular, de superficie muy inclinada, con un cuerpo mayormente vacío en el que podía encontrarse otra superficie interna también inclinada, en la que no podían colocarse objetos tradicionales, y que amenazaba incluso con venirse abajo si alguien lo intentaba, debido al precario equilibrio en que se sostenía. Nos reímos un poco, pero lo cierto es que nos tomamos muy serio aquel asunto. Mejoramos los bocetos. Comenzamos otros. Agregamos medidas específicas y propusimos materiales. Solo entonces, meses después, comenzamos a construirlos. Entre ambos, nos ayudamos. Fueron como hijos, supongo, de cierta forma, que comenzamos a ubicar en nuestra casa. Llegamos a tener trece, si mal no recuerdo. Nuestra casa era pequeña. No cabían más. Apenas teníamos espacio para caminar y movernos por el lugar entre tanto mueble inútil. De hecho, pensándolo ahora, puede que hayan sido ellos, de cierta forma, los que terminaron expulsándonos de aquella casa. A ella por un lado y a mí por otro. Ninguno de los dos quiso llevarse nada de lo que tuvimos ahí. Los muebles inútiles quedaron en la casa, digamos, junto a los muebles tradicionales. Confundidos entre sí, tal vez. Sin entender lo que eran. Sin comprender la diferencia que existía, entre unos y otros.

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