sábado, 27 de marzo de 2021

Dos Halleys.


Mi madre cuenta que de niño vino un chico como yo a mi casa diciendo que era mi hermano. Que tenía mi edad y que nos parecíamos a tal punto que ella pensó que era yo que estaba bromeando. Cuando me vio llegar a mí, sin embargo, comprendió que era otro y forcejeó con el niño hasta amarrarlo en una silla. Creo que quedó ahí varios días. Lo alimentamos y lo llevábamos al baño, para luego volverlo a sentar. En principio lo amarró con telas hasta que conseguimos una cuerda. Mi madre dice que fui yo el que consiguió la cuerda, pero lo cierto es que no lo recuerdo. Lo que si recuerdo es que durante uno de esos días le leí un pequeño libro que venía con un diario y que hablaba del cometa Halley. El cometa pasaba ese mismo año, me parece. Me acuerdo de eso porque conversamos un rato sobre la posibilidad de poder verlo dos veces, en nuestra vida. Nos miramos de frente cuando hablamos de esto y yo entonces dejé de pensar en el cometa y pensé simplemente en eso que habíamos nombrado como “nuestra vida”. Decidí proponerle un plan, poco después, para solucionar un par de problemas. Para que pareciese que él había escapado, me refiero. Así lo hicimos, un par de días después. Ahora, cuando mi madre cuenta la historia lo hace como si hubiese sido un sueño. No me molesta. El que dijo que era mi hermano probablemente esté en un sitio como este. Tal vez se pregunte si podrá ver nuevamente al Halley en el 2062. O tal vez, no recuerde nada en lo absoluto.

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