martes, 9 de marzo de 2021

La clave de Robin Hood.


Me dijo que se pasó el día pensando dónde estaba la clave de Robin Hood.

No lo entendí muy bien, debo confesar, cuando me lo dijo.

Luego explicó que se refería al origen del “talento”, de la supuesta maestría con el arco.

Entonces, comenzó una larga reflexión respecto a los aspectos que podían marcar la diferencia.

En principio, habló largamente sobre los aspectos externos.

Calidad del arco, materiales, curvatura, tensión… en fin… no sé sobre el tema, así que me limito a mencionar palabras sueltas, que recuerdo.

También habló largamente sobre las flechas, citando algunos estudios y explicando las características que tenían, supuestamente, en esa época.

Incluso, según recuerdo, mencionó aspectos relativos al clima de la región, al viento y hasta la temperatura del lugar, explicando la forma en que estos fenómenos afectarían la eficiencia en la trayectoria de una flecha.

Así, tras esa larga explicación, volvió al tema de la supuesta clave del talento de Robin Hood, y comenzó a analizar aspectos que podríamos llamar “internos” de este personaje.

Es decir, aspectos que situaban la clave de Robin Hood, dentro del propio Robin Hood.

Un poco cansado, tras otra hora de análisis y explicaciones, me atreví a sugerirle que fuera al punto, que debía hacer otras cosas y que, por lo demás la existencia de Robin Hood ni siquiera estaba probada.

Él, molesto, señaló que era imposible probar la existencia de nadie, y que, al igual que con el desplazamiento de una flecha, solo podemos inferir su trayectoria a partir de un supuesto punto de inicio y un lugar final, en el que la flecha se ha clavado.

-¿Y si la flecha no se clava en ningún sitio? -le pregunté entonces, tratando de seguir su explicación.

-Entonces no es una flecha -me dijo, concluyendo el tema-. Y la existencia de las cosas sigue indefinible e indiferente hasta que alguien se atreva a hacerle daño.

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