lunes, 22 de marzo de 2021

No sería yo.


No sería yo, si lo hago. O sea, por un tiempo sería yo y luego ya no más. No sé calcular, por cierto, cuánto tiempo. Supuestamente no es tan terrible, pues mientras dejo de ser yo olvido al mismo tiempo quien soy, así que al llegar a ser otro debiese ocurrir que piense que ese otro he sido yo todo el tiempo. Así es cómo ocurre, según me explican. Un proceso que nunca percibes como tal, pues solo eres consciente de una etapa por vez, sin reconocer que eres parte, más bien, de una secuencia. Parte esencial de un mecanismo que opera oculto y que nunca revela uno de sus extremos. Esconde un extremo para que no lo vea el otro, digamos. Para que creamos que solo somos la parte que no ve el extremo oculto, me refiero. Parece confuso, al escribirlo, pero lo cierto es que no lo es tanto. De hecho, mientras oía la explicación me pareció que todo aquello ya lo había escuchado en algún sitio. No sabría decir, por cierto, en qué sitio, pero claramente era algo de lo que ya estaba enterado. Probablemente, si era cierto todo aquello, era probable que el proceso ya se hubiese realizado y que yo mismo desconociera que en realidad ya era otro y que el yo inicial quedó atrás hace mucho. Posiblemente cuando ya hizo aquello que lo llevó a dejar de ser quién era y a enterrarse mientras se expandía hacia un ser otro, que desconocía el extremo que pasaba a estar enterrado. Visto así, sin embargo, también existe la variable que en realidad el otro que ahora somos esté en realidad no emigrando hacia otro aún más lejano a lo que éramos en principio, sino intentando regresar más bien, a aquello que fue -o creyó ser-, en un inicio. No sería tan malo, por cierto, de esa forma.

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