Me encuentro con una amiga a quien no veía hace
tiempo, de casualidad, cerca de una librería.
Un encuentro normal: saludos, tanto tiempo, en que
andas, cosas de ese tipo.
Sin embargo, justo antes de la despedida lanza una
pregunta extraña.
-¿Tengo cara de pescado? –me dice.
Yo no sé qué responder.
-¿Tengo o no tengo…? –insiste-. Dime no más, si no
me enojo…
-Eh… no, creo que no… -contesto.
Entonces ella me mira como si le estuviese
mintiendo, y me cuenta una historia.
-El otro día salí con un tipo –comienza-. Amigo de
una amiga… Un tipo que se reía y bromeaba harto y que me había resultado
bastante agradable alguna vez anterior, que coincidimos en grupo… El punto es
que estábamos a solas, tomando algo, cuando él se queda largo rato mirándome y
me pregunta si soy piscis… Y claro, yo le dije que no, pero le pregunté por qué
me consultaba eso… y él me dijo que era porque yo tenía cara de pescado…
-Pero habrá estado hueveando…
-Eso decía él, que era una broma tonta… pero como
yo me puse a llorar todo se puso un poco más serio… fue un desastre…
-¿No creíste que era una broma?
-No… O sea, era una opción, pero yo siempre me
había sentido algo distinta, o hasta actitud rara… y él viene y justo me dice
lo del pescado…
-¿Y sería tan malo tener cara de pescado?
-Pero es que es de pescado, po Vian… Por último
hubiese sido de pez, pero era de pescado…
-No te entiendo.
-Que por último hubiese sido de pez. Palabra que no
me hubiera enojado… Un pez está vivo, me refiero… no ha picado… un pescado ya
cayó en la trampa…
-Ya –digo yo.
-¿Te puedo hacer entonces de nuevo la pregunta?
-Ok.
-¿Tengo cara de pescado?
Yo guardé silencio. Medité bien qué contestar,
antes de hacerlo.
-Sí, de pescado –le dije.
Ella pareció entristecerse, y guardó silencio.
-Pero… -alcanzó a decir.
-De pescado, no de pez –interrumpí-. Uno que se
pescó a sí mismo por la cola y se lanzó fuera del agua.
Ella guardó silencio y me miró de cerca, como si
calculara algo.
Finalmente, me pegó una cachetada y se dio media
vuelta, alegando.
-¡Mentiroso de mierda! –me dijo-. Estay cambiado,
hueón… más agresivo…
Dijo unos cuantos insultos más y se fue,
simplemente.
El vendedor de la librería salió a mirar qué
ocurría.
Me miró molesto.
Ya no podré pedir rebaja.
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