Vi la estrella a lo lejos y seguí el camino.
Llegué hasta el lugar y esperé.
Me senté sobre un montón de paja.
Seis horas esperé, pero la mujer no parió.
Ni siquiera pujaba.
Una cabra pequeña, se durmió junto a mis pies.
Alegué cuando se cumplieron diez horas.
La mujer no me tomó en cuenta.
Esperé un rato más.
Pensé que sería bueno dormir unas horas y alegar cuando se juntara más
tiempo.
Así lo hice.
Ya despierto, esperé a que se cumplieran 24 horas y lo dije de esa
misma forma.
Llevo un día acá y no hubo parto,
alegué.
La estrella me hizo publicidad
engañosa.
Intenté mostrarme lo más serio y molesto que pude.
La mujer entonces levantó un fardo y sacó un formulario.
Llene aquí, aquí y aquí, me
indicó.
Yo lo hice.
Expliqué mi viaje, mis expectativas, mi esfuerzo desperdiciado.
Incluso, intenté mostrarlo como una necesidad.
La recuperación de un sentido, creo que escribí.
Luego lo llené con mis datos.
Entregué el formulario a la mujer.
Ella lo recibió en silencio y lo dejó a un costado, sin leerlo.
Lo extraño es la estrella,
comentó, de pronto.
Me refiero a que al menos yo
tengo contrato y es algo que puede explicarse… pero quién podría decirme qué
sucede con la estrella, señaló.
Yo no supe qué decir.
Como debía trabajar al otro día decidí irme, simplemente .
Mientras lo hacía, volví la vista atrás y me fijé que la cabra que
había estado junto a mis pies, ahora se comía el formulario.
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