De vez en cuando la página en blanco tiene una
especie de fuerza.
Cierta presión que impide que los signos aparezcan
y que alguna frase, por pequeña que sea, se establezca con sentido.
No sé bien por qué ocurre, pero cuando sucede,
pienso que está a punto de revelarse algún secreto.
A veces ocurre lo mismo con algunos pasos, o con el
momento preciso en que debemos levantarnos o hasta acercarnos hacia un otro.
Pues bien, debo reconocer que me ayuda pensar que
la dificultad oculta algo… una especie de recompensa, si se quiere, cuando el
iniciar ese primer signo es más difícil.
Por otro lado, hasta la traza más pequeña puede a
veces ser un signo… y hasta en el signo más pequeño –como decía Wingarden,
cuando se ponía cursi-, pueden esconderse importantes significados.
Parecen frases hechas, es cierto… pero no deja de
ser verdad que necesitamos significados, pues son estos, en definitiva, los que
permiten establecer vínculos con aquello que nos rodea.
“El significado no es distinto del sentido” decía
un profe, que recuerdo de vez en cuando.
Y claro, puede que hasta agradezca ese freno que
mencionaba en un inicio. Esa fuerza.
Y es que es así, en definitiva, cómo nos entrenamos
y nos damos cuenta que carecemos de un discurso que fluya… ¡aún nos queda ese
secreto…!
¿Qué decía…?
¡Ah… sí!
De vez en cuando la página en blanco tiene una
especie de fuerza.
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