I.
-¿En qué piensas?
-En nada.
-No te creo.
-O sea, pienso en leseras, cosas sin importancia…
-¿Por qué “sin importancia”?
-Porque nada de esto tendrá significado mañana.
-¿Nada de qué?
-No sé… nada de esto…
II.
-¿Se podrá guardar el significado de las cosas?
-¿Cómo?
-Si crees que se pueda guardar el significado de
las cosas…
-No te entiendo.
-No me refiero a las cosas mismas, ni a los
recuerdos, sino al significado que tienen las cosas…
-¿El significado de las cosas cuando nuestra
existencia se encuentra con la existencia de ellas?
-Sí… algo así…
-Pues no creo… o sea, el significado de las cosas
no está en las cosas sino en nosotros… o en nosotros en relación a las cosas,
creo yo…
-¿Y entonces?
-Entonces para guardar el significado de las cosas
no serviría guardar las cosas…
-¿Y tendríamos que guardaros nosotros mismos?
-No. No creo que se pueda…
-¿Y entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Puedes guardar el significado de las cosas?
III.
-¿Te acuerdas ese libro grande y viejo que compré
el otro día?
-No.
-Pues resulta que encontré un montón de flores
guardadas entre las páginas.
-¿Flores?
-Sí… de esas secas. Aplastadas… había un montón,
entre las hojas…
-¿Y?
-Eso… que no sé qué hacer con ellas.
-…
-¿No las quieres?
-No. No sabría qué hacer con ella.
-¿Y botarlas?
-No sé… algo deben de haber significado…
IV.
-Lo bueno es que de pura casualidad conocí a The
Finches.
-…
-O sea, aún no significan mucho, pero supongo que
es algo que puede llegar a tener un significado algún día.
-…
-¿Me estás escuchando? ¿Los conoces?
-…
-Bueno, no importa si no contestas, pero ponle play…
-…
-Ah, y de paso, olvídate de lo que te decía antes…
no era tan importante, después de todo.
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