-Con el puro corazón no vas a llegar a ningún sitio –le dijo-. Ese es
tu error. Ese y no tener nada valioso que no sea ese mismo corazón.
-Puedes decir lo que quieras –contestó, mirando hacia otro sitio-. Puedes
hablar lo que te dé la gana, pero solo son palabras. Además, lo que dice se
basa en apreciaciones que no sé si son erróneas.
-No son erróneas.
-Eso es lo que tú dices.
-Pues justamente por eso no son erróneas.
-Ese no es un argumento.
-Piensa en Portugal.
-¿Qué?
-Que pienses en Portugal… en la selección de fútbol de Portugal.
-¿Por qué?
-Porque quiero que te hagas una imagen… Y además quiero darte un
argumento.
-…
-¿Te acuerdas cómo le fue a Portugal en la última Copa del mundo?
-Mal.
-Sí po… le fue mal.
-¿Y?
-Que tenían argumentos, y así y todo les fue mal.
-¿Cuál argumento?
-Ronaldo.
-…
-Ronaldo y diez más, si quieres.
-¿Qué pasa con ellos?
-Nada. Pero ten en cuenta que Ronaldo es así como tu corazón.
-Suena gay.
-Puede ser, pero yo me refiero a lograr un triunfo solo a partir de
Ronaldo.
-¿Ahora sí es un argumento?
-Sí… por analogía. O sea, puede parecer bien, en principio, pero lo
cierto es que Ronaldo no gana por sí solo.
-Pero…
-No. No se puede. Tú tampoco.
-Igual tu argumento es una mierda…
-Pues ese tuyo tampoco está en buenas condiciones.
-Mmm…
-Ya ves….
-…
-…
-Maradona.
-¿Qué?
-Maradona en el Nápoli.
-…
-…
-¿Maradona?
-Sí. En el Nápoli.
-Mmm...
-¿No estás de acuerdo?
-Puede ser... pero mira a qué precio.
-Mmm...
-¿No estás de acuerdo?
-Puede ser... pero mira a qué precio.
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