sábado, 21 de julio de 2012

Vian, paisano.



Solo hubo una hora de sol, el día de hoy.

El resto fueron nubes.

Por eso, salí a caminar y a aprovechar la luz, cuando hubo.

Y claro, entonces fue cuando ambos cruzamos los caminos.

...

-¿Te leo tu mano, abertuné…? –me preguntó.

-¿Mi mano?

-Sí, tu mano… trae acá…

-Bueno, pero rapidito porque tengo que ordenar la biblioteca… -le advertí.

-No tanto apuro… mira que te han hecho grande mal a ti eh…

-¿A mí…?

-Sí, tú cargas con grande mal, abertuné…

-¿Yo?

-Sí, mucho bastá, profundo bastal… un bengorré te persigue, abertuné…

-¿Un demonio?

-¿Conoces tú romané…?

-Poquito... estudié raíces antiguas, hace tiempo.

-¿Para proteger?

-¿Cómo…?

-Pal mal que cargas…

-No, no me preocupa ese mal…

-Pero tú cargas…

-Todos cargamos, es normal.

-¿Qué dices tú, abertuné…?

-Que sacarse el mal es también sacarse el bien… las bendiciones todas…

-¿Tú ser paisano, acaso…?

-Todos somos, en el fondo…

-No…

-Sí, de donde vengo yo sí…

-Eres raro, abertuné… ¿acaso va naquelar de otembrolilló?

-No, de eso no se habla –le dije sonriendo.

-¿Y qué se hace?

-Se cree –concluí-. Se respira.

-Lleva tu mano, mejor, paisano… -me dijo luego de un rato.

-Y las bendiciones todas -agregué.

Así, finalmente, cada uno retomó su camino.


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