“Las maneras en que ellos y sus cerebros
construyen sus propios mundos,
no puede comprenderse totalmente
a partir de la observación del
comportamiento
desde el exterior”.
Oliver
Sacks, Un antropólogo en Marte.
Como vuelvo al trabajo en el colegio luego de dos
semanas de supuestas vacaciones, me veo obligado a dar cuenta a mis colegas de
algunas actividades realizadas.
-Un día fui a la montaña.
-Estuve una semana con mi hijo.
-Conocí a una familia gitana –les digo.
Entonces, ellos me miran cómo preguntando si no
hubo algo más… y claro, hubo alguna otra aventura y mucho trabajo en pruebas,
planificaciones, presentaciones y otras cosas destinadas al colegio… pero lo
cierto es que en vez de hablar de aquello, me sorprendo a mí mismo agregando:
-Hice listas de objetos frágiles.
-¿Qué? –preguntaron ellos.
-Eso. Que hice listas de objetos frágiles –repetí.
Así, de improviso, recordé que aquello era cierto,
y que hubo un par de noches en que salí a caminar luego de tomar unas cervezas,
y que me dediqué a hacer estas extrañas listas, en las hojas finales de una
agenda, con motivos de Magritte.
Lista I:
Los libros de Vonnegut.
El peine que perteneció a María Luisa Bombal.
Las estampillas japonesas de Agosto del 45.
Lista II:
Los recortes de prensa sobre la muerte de Mishima.
Una fotografía de mi hijo con ataque de risa.
Las copias en acuarela de unos bosquejos de Degas.
Una pequeña matrioska de cerámica.
Lista III.
Diapositivas viejas de pinturas impresionistas.
Un pedazo de una carta de Díaz Casanueva a Rosamel
del Valle.
La correa de un reloj antiguo.
Un tigre enano de madera.
Unos boletos de tren a nombre de Bruno Díaz y
Ricardo Tapia.
Lista IV.
La foto de una niña comiendo helado.
Una carta que me escribí de pequeño, recordándome
que debo cuidar de las cosas frágiles.
Un poco de sabor fresco de guayaba.
El corazón de cada una de las cosas.
Me imagino tu delicadeza para manipularlos...y la emoción al contemplarlos...
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