“La civilización, apenas,
es un capricho de los tiempos”.
Robert E. Howard.
Se aburguesó Conan. Cambió la espada por un bastón
de nácar y fuma puros mientras lee la página económica de un diario oficial.
-En cambiar está el secreto de la vida –se excusa.
Luego sigue leyendo.
Su acento todavía es algo tosco, es cierto, pero su
apariencia deja mucho que desear. Algo excedido de peso, con una calvicie más
que incipiente, su estilo resulta una mezcla difícil de digerir incluso para
aquellos que desconocen su glorioso pasado.
-¿No sientes vergüenza? –le pregunto.
Pero él no contesta, e ignora mis palabras.
-¿Acaso no te acuerdas de clavos rojos…? ¿No fue suficiente ser rey de Aquilonia…? –insisto.
-Nada es nunca suficiente –me señala entonces, con
un ritmo reposado.
Yo lo escucho.
-Cimmeria es pasado –continúa-. Mis mujeres se arrugaron
como pasas y la última vez que intenté ser yo, me pusieron una multa por pasearme
sin camisa y me procesaron incluso, por porte de arma blanca.
-Pero entonces… -balbuceo esperanzado-, entonces
todavía eres Conan, en algún sitio…
-No es eso –me explica-. Hablo de ser yo porque tú
le hablas a Conan, y desconoces quien soy yo, realmente…
-¿Realmente o actualmente?
-Es lo mismo. Lo real solo existe en el presente.
No existe la realidad anterior… Howard mismo es un ejemplo…
-No hables así de tu creador…
-Hablo del pasado. De un hombre muerto de un balazo
porque no fue lo suficientemente fuerte para sobrevivir a la civilización…
-¿Y en la barbarie habría sobrevivido?
-No lo sé, pero al menos resulta más digno morir entre
los dientes de esa barbarie que bajo tu propio peso…
-Pero… ¿y tú? ¿Viniste acá a morir, acaso?
-No –admitió-. Vine porque lo cierto es que también
me agrada todo esto…
-¿Qué cosa?
-No sé… las acciones en la bolsa, la buena comida…
las mujeres en traje dos piezas…
-¡¿Y qué pasó con las batallas, con la fuerza… con
los reinos conquistados?!
-¡Pura mierda! –exclama Conan-. Todo era vanidad…
-¿Y la civilización no es también vanidad?
-No… la civilización, de hecho, es más bien lo
contrario.
-¿Cómo…?
Conan se lo piensa un poco.
-La civilización es desvanecerse como individuo –dice
finalmente.
-¿Morir, entonces? –pregunto, confundido.
-No. Desvanecerse y existir desvanecido –dice Conan.
Pero no explica.
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