"Nos enseñan a pensar lo contrario,
pero en realidad
morimos desde dentro hacia afuera"
Otto Wingarden
-Me gusta Japón porque está lejos, porque de cierta
forma me es inaccesible y a veces es más cómodo querer así, con la seguridad de
la distancia y de esa imposibilidad que viene a poner un abismo entre nosotros
y aquello que queremos –me dijo.
-No te creo –le señalé.
-Pues debieses creer –agregó-, de hecho, es la manera
más pura que he encontrado para entregar afecto…
-Pues tampoco creo eso…
-¿Me creerías si te digo que sueño sin puentes?
-¿Cómo…?
-Que en mis sueños más hermosos siempre estoy
distante de aquello que contemplo, y entre ese algo y yo siempre falta un
puente…
-Tal vez están y no los ves.
-Pero al final es lo mismo, si algo no lo veo no
existe.
-¿Y Japón?
-Estaba hablando del interior de mis sueños.
-¿Pero y tú?
-¿Yo qué?
-¿Tú te ves?
-¿En mis sueños?
-Sí.
-Pues no sé, realmente…
-¿Pero te percibes…? ¿Sabes que eres tú, la que
está en el sueño?
-Sí, creo que sí… ¿quién más podría ser?
-Pues podría tratarse de otra tú.
-¿Otra yo?
-Sí, una que se conforma con la falta de puentes.
-Pero si soy yo la que actúo así… también en la
vida real… es una sensación que se mantiene…
-Pero tal vez sea culpa de esa otra tú…
-Espera… ¿me estás hueveando?
-No… te lo digo porque a veces confiamos mucho en
nuestros sueños.
-Pero los sueños salen desde dentro de nosotros.
-Claro, por lo mismo debiésemos desconfiar… nuestro
interior no está hecho para la vida exterior, y nos aleja de ella.
-¿Cómo…?
-Que bien podría ser una especie de trampa, una
manera de hacer que tu exterior salga derrotado respecto a tu interior.
-Pues yo prefiero esa derrota.
-¿Porque crees que es más puro al no tener contacto
directo con el mundo?
-Exacto.
-Pues ese es el error en el que caemos todos…
-¿Pero acaso no es sucio el mundo… o el contacto con los
otros?
-No digo que no sea así... pero es una forma errónea
de verlo…
-¿Y qué dices tú?
-Yo digo que el interior es peligroso… y no lo digo
por aislarse del mundo y esas cosas básicas, sino por descubrir y comprobar que
no era yo el Vian del sueño…
-¿A qué te refieres?
-A que un día me desenmascaré en el sueño.
-¿Cómo?
-Es difícil de explicar, pero el punto es que en un
sueño cualquiera de pronto me di cuenta que ese yo no era yo.
-Mmm…
-Te lo digo en serio… fue como descubrir que el
foco, o que e punto de enunciación, por llamarlo de alguna forma, no era yo…
-¿Y quién era entonces…? ¿Tu yo interior?
-¡Ese es el error…!
-¿Cómo…?
-No puedes hablar de un “yo interior”… es decir, yo
soy Vian, y claro que hay algo interno, pero eso no soy yo…
-¿Y quién es ese, entonces…?
-Pues ese es el que derriba los puentes… o el que
los esconde… el que te hace creer que no es posible el contacto con otro específico,
o con Japón...
-¿Y entonces tú crees que yo debiese llegar hasta Japón?
-Claro.
-Pero no es tan simple… no es llegar y ponerse a
caminar para llegar…
-¿Por qué no?
-Porque está lejos… y porque caminando no se puede…
-Pues si no lo intentas no sabes…
-¿Y tú... que haces justamente lo contrario, me vas a decir eso…?
-Yo no te estoy diciendo nada.
-¿Cómo que no…?
-Te lo repito –concluí-. Yo no he dicho nada.
Yo recuerdo soñar que era -a la vez- dos personas. Las dos auténticas, parte de mi misma. De aspecto levemente diferentes -por ejemplo, distinta manera de peinarme- pero en el fondo sabía que yo era esas dos...una la que todos esperaban que fuera, la otra, la que no temía desafiar aún sabiendo que no resultaba grata a los ojos de los demás. Siempre supuse que la "correcta" llegó a domesticar -o al menos a contener- a la otra, la inapropiada...
ResponderEliminarDa para comentar en terapia, ¿no?