“Supóngase que se desea demostrar una
proposición P.
El procedimiento consiste en demostrar que
asumiendo
la falsedad de P (P negada) se llega a una
contradicción lógica.
Esta P, por tanto, debería no ser falsa.
Así, luego, habría de ser verdadera.”
-¿Y qué pasa si decido no comprar nada? –le dije.
-Pues será usted como el asno de Buridan –me contestó
el vendedor.
-¿El asno de Buridan?
-Ese mismo… ¿no sabe la historia?
-Eh… no.
-Es un argumento de reducción al absurdo…
-¿Como la vida…?
-No. Peor. Es una respuesta a la idea de Jean
Buridan sobre el papel que tendría la razón para resolver cualquier tipo de
cuestionamiento que derive en el ejercicio de la libertad humana…
-Eh… ya.
-El caso es que para rebatir esa opinión, se
planteó el ejemplo de un asno que debía decidir entre comer de dos montones
similares de heno…
-¿Y ese es el asno de Buridan?
-Sí, pero espere. La gracia del asno consistía en
que no se decidía a comer ninguno de los dos montones de heno y al final moría
de hambre.
-Pues será entonces una desgracia y no una gracia…
-Como quiera, pero el caso es que usted está ahora
imitando al asno.
-¿Yo?
-Sí. Usted. Imitando al asno.
-¿Y entonces quiere usted que yo decida entre uno
de sus productos por medio de la razón?
-Exacto. Pues la sinrazón puede llevarlo a la
muerte.
-Como al asno.
-Exacto. Como al asno de Buridan.
-¿Y qué pasa si mi razón no es suficiente? Es
decir, si no tengo criterios para fundamentar mi razón.
-Sencillo. Puede usted recurrir a la fe. La razón,
de hecho, debe estar subordinada a la fe… ¿No ha leído usted a los griegos?
-¿Los griegos decían eso?
-Sí. O sea, no directamente, pero sí.
-¿Y ellos comprarían uno de sus productos?
-Sí. De poder hacerlo lo harían. Sin duda.
-Mmm…
-¿Y? ¿Ya se decidió?
-No. Y para ser sincero le diré que estoy pensando
en comprarle algo, pero no logro decidir qué…
-¿No tiene usted razón suficiente?
-¿Cómo…?
-Razón suficiente. Me refiero a que debe existir
una razón para que algo suceda en vez de otra cosa…
-¿Y si no?
-Si no todo queda tal como estaba, sin cambio.
Estático... Y a nadie le gustan las cosas como están, ¿cierto?…
-¿Cree usted eso?
-Por supuesto. Creo en todo lo que digo. Y en lo
que vendo. Por eso compra la gente, para cambiar la situación precaria en que
se encuentra…
-O sea que según usted si la gente compra algo, o
decide algo, cambia…
-No necesariamente, verá usted, para que la razón
sea suficiente debe basarse en juicios de valor, pero si se escoge sin esa
razón…
-No hay razón suficiente y más allá de las compras las
cosas siguen como estaban.
-Exacto. Es usted rápido, ¿señor…?
-Vian.
-¡¿Usted es el señor Vian?!
-Sí.
-¿El de ordenarlabiblioteca?
-Exacto.
-¿No podría darme su autógrafo?
-Eh, sí. Por supuesto.
-Mire, firme acá…
-Pero eso es una orden de compra.
-Bueno… pero así resolvemos dos cosas con una sola
firma.
-De acuerdo –dije finalmente, y firmé.
Entonces el vendedor dejó dos cajas frente a mí y
se fue del lugar sin dar explicaciones.
Y claro, como no puedo tomar las dos cajas al mismo
tiempo, resulta que aquí estoy todavía, en mitad de la noche, frente a ellas…
¿Alguien tiene alguna idea sobre cuál es realmente
mi problema?
jajjajaaj qué buen vendedor resultó ser y vos...qué comparador más incauto! jajjaaja
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