I.
Y habiendo visto Yahvé que las bibliotecas del
mundo estaban llenas de obras literarias inmundas y poco meritorias, decidió un
día acabar con todas ellas puesto que se alejaban del propósito para el que
habían sido creadas.
Sin embargo, halló Yahvé, entre las bibliotecas,
una que por el desorden no logró dilucidar qué tipos de obras contenía, así que
hablo directamente con su dueño.
-Vian –dijo Yahvé, desde los cielos-, he de
destruir todas las bibliotecas… pero algo me dice que hay algo especial en la
tuya…
-¿Quién habla? –dijo Vian, asustado, mirando al
interior de las botellas de cerveza, acumuladas bajo el escritorio.
-Soy Yahvé –dijo Yahvé, quien no era muy original
en las presentaciones.
Y claro, luego le habló a Vian sobre su deseo de
acabar con las bibliotecas… mas, afortunadamente, decidió darle a Vian una oportunidad
singular y poco merecida.
-Una pareja de libros por autor podrás salvar –le dijo-,
pues he distinguido en ti a un hombre justo y juicioso y atractivo.
Así, tras la buena apreciación que hiciera Yahvé,
Vian comenzó con su selección.
II.
-No sé bien por dónde empezar –confesó Vian,
mirando los libros-, pero supongo que debo hacerlo prontamente…
-Así es –interrumpió Yahvé, sarcástico.
-¿Se vale elegir obras completas? –preguntó Vian.
Pero el dios, con su silencio, le dio a entender
que ese truco no sería aceptado.
-De Faulkner elijo entonces Luz de Agosto y Las palmeras
salvajes –comenzó Vian-; de Kazantzakis, La Odisea y Ascesis; de
Dostoievski, Los hermanos Karamazov y
Memorias del subsuelo; de la Woolf, Las Olas y La señora Dalloway;
de Kafka, El muro y El castillo; de Schopenhauer…
-No se valen filósofos –interrumpió cortante Yahvé,
quien estaba atento a la lista.
-De Fante –prosiguió Vian, sin inmutarse-, Pregúntale al polvo y Camino
de los Ángeles; de la Nemirovski, El
baile y Las moscas del otoño; de
Wingarden, Todos éramos suicidas y Ellos no saben lo que hacen; de Ishiguro,
Los restos del día y Nocturnos, de Vonnegutt…
-¿Quién es Vonnegutt? –interrumpió Yahvé.
-¡¿No sabes quién es Vonnegutt…?! –exclamó Vian,
tomando Matadero 5 y levantándolo sobre
su cabeza, para que el dios lo viera más de cerca.
Y claro, Yahvé buscó en sus archivos quién era
Vonnegutt y hasta le pidió a Vian que le leyera el libro, en voz alta.
III.
Vian leyó el libro y Yahvé escuchó.
Esto demoró poco más de 5 horas.
Entonces, algo pareció quebrarse dentro de Yahvé, y
este volvió a tener esperanzas en la bondad que podía existir dentro del
hombre.
-Es hermoso –comentó Yahvé, únicamente.
Pero Vian comprendió, en silencio, que Yahvé ya
había tomado una nueva decisión.
IV.
-De Bellow, Henderson
el rey de lluvia y Herzog –continuó
Vian, como si nada hubiese ocurrido-, de Baricco, Noveccento y Sin sangre;
de Vargas Llosa, La casa verde y La tía Julia y el escribidor, de la Nothomb,
Las Catilinarias y Metafísica de los tubos; de la Yoshimoto,
Sueño profundo y…
-Espera –dijo entonces Yahvé-. No es necesario.
Y claro –quién sabe si para no arrepentirse de su
nueva decisión-, Yahvé le pidió prestado a Vian, Dios lo bendiga, míster Rosewater… también de Vonnegut… razón por
la que, ciertamente, no puedo hoy devolver el libro, que me habían prestado,
anteriormente…
Así, finalmente, solo me queda esperar dos cosas:
1. Que la historia resulte creíble y sepan
comprender las razones del atraso.
2. Que el libro no lleve a Yahvé a cambiar su
opinión, nuevamente, sobre los textos literarios.
Creo que eso es todo.
jejejeee...hasta en las mentiras -o sobre todo en ellas- tu genio se luce!
ResponderEliminar=)
Dos "cosas":
ResponderEliminar1. Las obras que "intentó" salvar se volverán mi lista de libros que debo leer.
2. Yo siempre me atraso en las bibliotecas y jamás se me ocurrió una escusa, ni una chanta, ni una tan "divina" como esta.
Saludos Señor Vian!
Gracias por la confianza... Es tonto, pero me siento responsable de no nombrar a tantos otros... Saludos.
ResponderEliminarYahvé fue sabio en escucharte.
ResponderEliminarTexto enriquecedor y fomentador a la lectura y a la pasión por los libros.
Abrazos.