martes, 24 de julio de 2012

Ordenar la biblioteca, deporte olímpico.


"No intento salir del hombre.
Intento adentrarme en él".
G. K. Chesterton



Ordenar la biblioteca debiese ser un deporte olímpico.

Uno de esos individuales donde se combinan una serie de habilidades que requieren de un constante trabajo y práctica ininterrumpida.

Su dificultad, estimo, no debiese ser menor a la del maratón o a la prueba esa donde los tipos van caminando tan rápido que a veces pareciera que olvidan para qué.

Aunque claro, ordenar la biblioteca requiere ante todo, no olvidar, justamente el para qué.

Y es que la clave para ordenar, a nivel olímpico, la biblioteca, consiste en tratar a la biblioteca como a un ser que necesita de constantes operaciones para mantenerse vivo.

Así, el ejercicio debe ser constante pues no existe una posición definitiva en que la biblioteca deba permanecer.

Y es que toda biblioteca, de quedarse quieta, o encontrar su sitio definitivo, muere, simplemente.

Por eso, quizá, afirmaba Wingarden, que la única biblioteca perfectamente ordenada, es realmente una tumba hecha a la medida.

La dificultad que subyace en todo esto, sin embargo, -en esto de considerar el ordenar la biblioteca como un deporte, por supuesto-, sería establecer el criterio a partir del cual poder calificar esta disciplina.

Y es que como la labor no termina –y de terminar se estanca y la competencia se pierde, como se infiere-, puede ser difícil dictaminar cual es el orden que ha permitido de mejor forma oxigenar y mantener viva a la biblioteca.

Por otro lado, y volviendo al para qué mencionado en un inicio como piedra angular de este deporte, es primordial que el competidor comprenda la finalidad que tiene el mantener viva la biblioteca, reconociendo asimismo que dicha comprensión no difiere en modo alguno de la que se necesita para comprender la vida por sí misma, sin más.

Así, finalmente, será dicha comprensión la que se convierta en el deporte olímpico, mientras que el ejercicio de reubicar constantemente aquello que nos rodea –la biblioteca en este caso-, será simplemente la excusa para reconocernos también como parte de aquello que buscamos comprender, siempre en movimiento, y en contacto.




2 comentarios:

  1. Yo lo veo más como disciplina filosófica que como deporte...pero bueno...sería también interesante organizarla como competencia, jjejeje... estarías en el podio con el oro, seguro!

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  2. Gracias. Aunque cada vez me cuesta más esta disciplina. Saludos.

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