martes, 27 de abril de 2010

Un poco de nada. Técnicas improvisadas.

Es cierto, como no he andado muy bien, trato de cuidarme un poco y no equivocarme, en muchos sentidos. Supongo que fallo en algunos porque a pesar de intentar hacer las cosas bien me siento equívoco en algunas y mi ánimo va y viene de forma un poco preocupante.
Lo explico porque me siento un poco falso si comienzo de la nada a hablar del cine checo -como era en un principio la intención- o de algún otro tema así sin más; además la idea no es obligarme a escribir, si no ayudarme a aclararme y escribir algo una vez situadas un poco mejor mis sensaciones.
Además siento, al mirar a la rápida cosas anteriores, que casi todas las entradas del blog resultan un poco inconexas o derechamente mal escritas, cosa que hiere mi orgullo -debo reconocerlo- y me dan ganas de meter acá algún texto bueno o trabajado, cosa que no tiene nada que ver con los objetivos que tuve al comenzar a escribir acá.
Así que bueno, intento darme ánimos ¿de qué hablar y que sirva un poco para reordenar algunas cosas? Me acuerdo por un momento de la actitud de algunos amigos que al verme medio mal tratan de convencerme para que salga con ellos y otras chicas o que conozca o me junte derechamente con alguien... preocupándose también claro está, de aspectos más esenciales. Y obviamente, más allá que haya un menos 100 de intención de aquello, por mi parte, trato de no mostrarme tan opaco y juego un poco y hasta les presento aquí algunas técnicas discursivas que se me ocurren hoy en día para acercarme nuevamente a las féminas.
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Mmm, bueno, la verdad no se me ocurren, pero aquí improviso:
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Técnica discursiva 1. Estilo Woody Allen.
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Sabes, el espacio se está achicando. Se contrae. Hay varios que dicen que se expande, pero la mayoría dice que se contrae y como estamos en democracia hay que creerle a ellos. Así que el espacio se está achicando. Mi psicoanalista dice que no es cierto, pero en cada sesión lo siento más encima y todo en la consulta me parece más chico, menos la cuenta por supuesto. Así que mi psicoanalista se enoja y me dice que entre en razón, y yo le digo que sí, pero después que no, pero al final que sí. Pero sólo porque la sesión termina y hay que llegar a algún acuerdo.
Lo peor es que se ha hecho verdad. Como un dolor de estómago que inventé cuando chico y que terminó por hacerme vomitar por tres años seguidos. Aunque mi psicoanalista dice que fue por la culpa... Como sea, parece que en uno la cosa le está pasando también. Esto de contraerse, me refiero. Porque el espacio también es uno, supongo. Y uno contraído ocupa poco espacio. Me explico: por un tiempo trabajé en esas máquinas que compactaban automóviles viejos. Y una vez encontraron un cadaver en la maleta. En la maleta compactada por supuesto. Y el hombre compactado no era más grande que una caja de bombones. Sólo que el relleno chorreaba de la caja, pero en el fondo es así.
Así que como el universo se contrae he querido hablarte. Si no se contrajera quizá no. Yo seguiría ahí y miraría tus piernas y pensaría qué más da... no hay apuro, todo está en su sitio. Pero como el universo se contrae y el universo es también uno, siento a cada rato que el corazón se me contrae. Sí es un músculo y siempre se contrae, pero me refiero a otra cosa. Y es que como el corazón se contrae y uno es estúpido y no quiere estar lejos de su corazón uno también termina contrayéndose, y ya me ves acá. De un metro ochenta he bajado a uno cincuenta, pero qué mas da. Cuando el universo se contraiga todos van a quedar a mi altura y tú vas a tener la ventaja de estar -o haberte acostado al menos- con el que predijo todo esto. El primer contraído de todos.
¿Qué no te interesa? ¿Que si acaso se me contrajo qué...? No me interesan tus ofensas. También se contraeran y se harán pequeñas y me parecerás simpáticas. Y cuando el espacio se contraiga vendrás sola porque ya no va haber espacio entre los dos, ni entre nada y serás mía aunque no quieras... ¿Me escuchas? ¡Es cuestión de tiempo! ¡De tiempo!
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Técnica discursiva 2: Estilo comedia suiza.
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Mira, considerando la distancia a la que está el baño y la cantidad de líquido que tomó tu acompañante calculo que tengo cinco minutos y medio para proponerte algunas cosas. No me hagas perder tiempo. Escucha: llevo unos días mal porque se me vino abajo un negocio... sí, de relojes. Lo heredé de mi padre y éste de su padre y éste no sé, supongo que de su padre, aunque no me consta. El punto es que estaba ahí y de pronto comencé a fijarme en los relojes, o mejor dicho, en la hora de los relojes, y es que era la misma hora en todos los relojes, ¿entiendes? ¡la misma hora!... así que comencé a fijarme además que era el mismo rostro que veía en cada uno de quienes ingresaban a la tienda, y el mismo auto el que pasaba por fuera de mi tienda... y entonces me di cuenta que algo andaba mal, que los relojes en el mundo no podían marcar todos la misma hora, que era algo ilógico... insano. Y no me refiero a que no cambien por el uso horario, sino a que todos, ¡todos!, uy, disculpa por gritarte... todos, decía, tenemos la misma hora, y más encima si a alguien se le atrasa el reloj o algo, debe ponerlo a la hora, preguntarle a otro y éste a otro y etc.
Mmm, voy bien quedan dos minutos... el caso es que me sentí culpable, me sentí cómplice de ésto y decidí no volver a entrar a mi tienda. Pero de alguna forma el sonido de los relojes me sigue y supongo debo hacer algo. Así que al verte aquí, tan atractiva, tan... no sé, tan pelirroja, y con un par de minutos libres me decido a invitarte. No, no es algo superficial, sentí algo así como una señal, en serio, si se me paró hasta el reloj cuando te vi... Sí suena feo, pero no lo decía con esa intención. Yo sólo quería invitarte, eso es todo. Vamos a amarnos y a quemar mi tienda. No me importa el orden. Eliges tú. Tienes 20 segundos antes de que llegue tu novio o lo que sea. Y eso si se lava las manos. ¡Chucha! Ahí viene, parece que no se las lavó.
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Técnica discursiva 3: Poético Surtido.
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Sabes en media hora va a pasar algo.
Va a llegar una limusina blanca allá afuera.
Una Lincoln.
Y cuando llegue no va a tocas la bocina ni su motor se va a escuchar.
Porque su motor es suave y prácticamente no hace ruido.
Así que necesito hablarte rápido y además estar atento.
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No debes pensarlo mucho.
Y es que en esa limusina va a haber de todo.
Primero, un espacio grande y blanco en su interior.
Con olor a limpio.
Tendrá una pantalla gigante para ver lo que quieras
Y estarán también los tragos
con los que siempre quisiste emborracharte.
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Sobre los asientos descansarán además tres chicas:
una morena, una rubia y una pelirroja.
Pero por supuesto, hoy no quiero a esas chicas.
Hoy te quería invitar a ti.
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Y como te decía, ese Lincoln blanco hace tan poco ruido.
Que suele pasarse sin que me dé cuenta.
Por eso hoy quiero que me ayudes.
Que estés atenta junto a mí.
Que bajemos juntos a esas tres chicas que irán arriba.
Y las enviemos a casa en el taxi más sucio que encontremos.
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¿Qué por qué?
Sencillo;
Porque no se merecen ese Lincoln,
y no quiero compartirlo con nadie que no seas tú...
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¿Qué pasa? ¿no contestas?
Decídete pronto o terminarás como Turner
pintando luces en Venecia
¿que qué le pasó?
es que si te cuento se va a pasar el auto...
Resumo diciendo que se le escapó un mundo
e hizo como que escogió otro.
Y en verdad lo hizo, quizá...
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Pero no me hagas hablar que me equivoco
El resumen es que se le escapó un mundo.
Eso es todo.
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El mundo se fue.
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Lo abandonó.

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