jueves, 1 de abril de 2010

Sobre una abstención y un escrito pre-biblioteca personal

Este año era mi última oportunidad para ganarme la beca del taller de la Fundación Neruda. Por edad, por supuesto. No es que hubiese gastado mis oportunidades anteriores, ni que fuese esta una gran oportunidad, pero lo cierto es que desde el punto de vista económico pensé que podría servir un poco de dinero por ir a sentarme entre tipos que se creen poetas (y quizá alguno lo sea, quien sabe), ya que me quedé con poquísimas horas de colegio por arriesgarme y ver si escribía algo este año y no tener que culpar, como siempre, a la falta de tiempo, u otros inconvenientes.
Trataba de no pensar en lo que significaría estar sentado ahí, leyéndonos unos a otros, comentándonos, en fin, no es lo mío. Años atrás ya habíamos probado la eficacia de esta institución y sus extraños gustos poéticos: a un amigo le seleccioné unos poemas irregulares, un dibujo algo estúpido, y quedó obviamente. Otros, inventaron un "poeta del fútbol" con un nombre medio centroamericano, -fue actuado por un compañero de Universidad- y luego se repartían el dinero (mínimo siempre) entre los colaboradores. Pasó alguna otra vez, y la forma de quedar o ganar un concurso en general, siempre era más un artificio, que la entera expresión de quiénes éramos o quiénes creíamos que eramos por aquel entonces.
Así que este año comencé a pensar posibilidades. Tenía que hacer que me leyeran, llamar la atención, y el resto era fácil suponía.
No es algo que me guste hacer, nunca he querido participar en fondos públicos, y hasta he devuelto premios que he "ganado" de esa forma, nunca muy importantes en todo caso.
Pero siempre en los días previos planteo oportunidades, escribo cosas, y de cierta forma las disfruto. Y al menos sirve para tener un "para qué" escribir, que a veces falta.
Barajé distintas posibilidades: unos poemas con recortes, en relieve, faranduleros, un grupo de poemas (hay que presentar 5) cuyo hablante sería algo así como el alma de Don Francisco que lo habría abandonado y contaría algunas experiencias (no era tan malo como suena)... y una serie de 5 artes poéticas distintas todas las cuales irían subiendo un poco más el tono, y que incluirían al término un objeto especial: una mucosidad, el primero, por ejemplo (sujeto con scotch al final del poema) o una mancha de sangre el segundo y hasta algún trocito de carne por ahí en el penúltimo... Tampoco es que me fueran textos tan ajenos y forzados, pero en fin... quedaron cosas anotadas y dos textos hechos, aunque les faltaba una revisión.
Al final no mandé ninguno, me arrepentí y me di cuenta que por más sencillos que fueran no quería venderlos, tendrían que ser demasiado ajenos como para cambiarlos por un poco de dinero, por más que me falte en estos momentos. Si hasta estoy pituteando de conserje cuando se puede, pero eso lo contaré en otro momento...
(Además me patearon justo en esos días de entrega y no anduve pensando mucho en esas posibilidades)
Les dejo mientras uno de esos poemas que iba a mandar (el que terminaba con el moco pegado) era sencillo obviamente, y era el primero, el más suave, por decirlo, aquí les va.
**(Anoche terminé La soledad de los números primos, pero parece que no me cuaja en nada qué decir. Recorto y pego este poema mejor para ver La dama y el duque, de Rohmer, pues en cualquier momento me pueden pasar la cuenta las noches casi sin dormir que llevo...**
*****
Un día me fijo
En un chico que se sienta frente a mí
Día a día
En un banco de la plaza
Recuerdo que eran días de sol
Y que él se sentaba frente a mí
Y se hurgaba la nariz con insistencia
Tanto así
Que aquello parecía un acto prodigioso
Limpio
Del que no se ocultaba nada
Algo que era sin duda hecho con orgullo
Con una sensación similar
A la ceremonia del té
De los antiguos chinos.

Pero el chico no era chino
Ni antiguo
Y tampoco había tazas de té
En aquel lugar

Además me faltó decir que aquella plaza
No era en verdad una plaza
Sino un jardín grande de una vieja biblioteca
Donde día a día iba a sacar algún libro
Con la esperanza que hubiese una confusión del bibliotecario
Y pudiese quedarme con uno de ellos
No sé bien para qué

Supongo que tenía muy poco
En ese entonces
Muy pocas cosas
Realmente mías

Y mientras yo miraba a aquel chico
Me sentía poco a poco más pequeño
Avergonzado casi como si el mismo acto de leer
Ahí frente a él en el banco de la plaza
Fuera algo que debiese hacerse a escondidas
Así que me tapaba el rostro con el libro
Y solía bajar la vista cuando él parecía observarme

El muchacho entonces
Luego de hurgarse la nariz
Iluminado por el sol
Iba pegando una a una las mucosidades
En la corteza de una palmera
Que estaba junto a su banco

Repetía esta acción
Como la cima de aquella ceremonia
Y al terminar
Su rostro expresaba algo
Algo limpio
Tranquilo
Algo que de cierta forma yo envidiaba
Y que por supuesto no tenía

Luego
El muchacho se ponía de pie
E hinchaba el pecho
Y respiraba
Dejando que el sol le llegara en el rostro
Y yo envidiaba aquella sensación que parecía sentir
Así con su nariz despejada
Y el aire que ingresaba a él
Como un ave que entra delicadamente en tu habitación
Y se va por donde entró
Sin chocar con nada
Como si recordase perfectamente la salida
Pero te dejase también alguna cosa dentro

Por el contrario
Yo carecía de aquellas cosas
Y era consciente de eso:
Si un pájaro entraba en mí hubiese chocado con todo
Y se habría atragantado en mi garganta
Entonces hubiese tenido que elegir
Y habría tenido que tragarlo
Sin más
De eso no hay duda

Lo anterior es la parte que recuerdo
Aunque olvido si fue el chico el que dejó de ir a aquella plaza
O si fui yo el que me alejé de aquel lugar

De la biblioteca logré traerme un par de libros
Pero seguí sintiéndome sin nada
Como antes

Con el tiempo pensaba en que me hubiese gustado
No bajar la vista cuando el niño me miraba
Al final de su ceremonia

Supongo que por eso escribo
O por algo así
Para poder pegar mis escritos en un árbol
Al lado de un banco
En el jardín de una biblioteca vieja
Y no tener que bajar la vista nuevamente

Y es entonces cuando creo
O entiendo
Que yo también tengo derecho
A algunas libertades:

Permítame que le pegue entonces
Este moco en su frente
Querido lector

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales