jueves, 15 de abril de 2010

La inmensa y terrible Ciudadela, de Saint-Exupery.

Como la mayoría de quienes lo leyeron, en algún momento de mi vida consideré que El principito era un gran libro. Bueno, más que eso en verdad, pero digámoslo así. Volvía una y otra vez al texto, cada cierto tiempo, y guardé varios ejemplares que encontré en ferias o en lugares similares.
Luego vino leer las otras novelas de Saint-Exupery, ver que salía hasta Chile en alguna (Correo Sur, me parece) y llegar a su biografía. Sobre su vida varias cosas me asombraron aunque muchas más sobre su muerte, o desaparición, luego de su último vuelo quién sabe a dónde. (La verdad yo tenía una teoría de ese dónde, pero lo hablaré en otra ocasión).
El punto es que pasó el tiempo. Uno crece y ya no es posible El principito, no de la forma en que lo era antes al menos, y uno termina por dejarlo de lado. Además que se puso de moda y en distintos lados comenzaron a aparecer más artículos: figuritas de papel maché, pósters, poleras... todo con el olor impregnado a incienso de las ferias artesanales de esa época.
Eso hasta que un día en la Universidad encontré por casualidad (estaba descatalogado, pero una bibliotecaria lo había sacado para leerlo y me lo prestó directamente) encontré por casualidad decía, el libro Ciudadela.
Y el libro me remeció.
Sorprende la fuerza del libro, pero sobre todo el contenido. El libro contenía completo el discurso de Saint-Exupery, su pensamiento, su rabia, su sabiduría. Para quien no lo haya leído y sólo tenga referencia a Saint-Exupery por sus otras obras, le costaría entender quién es éste que habla en su libro. Por qué es tan tajante.
Es como si a un cristiano que cree haber vivido su vida correctamente, ingresara Cristo a la casa y le quemara todas sus cosas, y ahsta sus hijos. Lo escupiera y, martillo en mano, le dijera que estuvo equivocado y que lo escuche, que tiene algo que decirle...
Todo lo que ese Cristo le diría, está en Ciudadela. Podría elegir cualquiera de sus párrafos y les sonaría inmenso. Se asustarían quizá o se extrañarían del rechazo a cierto tipo de personas y a sus actitudes... Y es que en Ciudadela Saint-Exupery dice todo lo que tenía que decirnos. Se sipone que es un libro inacabado, pero la verdad ya está dicha en él. Y no había necesidad de seguir escribiendo luego de eso. Y hasta la vida quizá, después de haber escrito aquello, puedo entender que haya parecido innecesaria, como aquello que queda luego del deber cumplido.
Además, como se señalaba respecto al libro y a su autor, la vida se venga si se revelan sus secretos, y aquí el autor lo hizo.
Y con un lenguaje crudo y directo. El único quizá en el que se puede expresar la verdad en su esencia. Un libro con olor a carne quemada, pues logra hacer esto y trascender más allá de ésta.
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Yo no tengo este libro. Lo busqué mucho tiempo y nunca lo hallé. Aunque algo, después de su lectura, me advertía no volver a leerlo. No al menos si no estaba dispuesto a escuchar aquello que ahí se me decía.
Y como estos días siento necesario volver a escucharlo. Le pido a un ex-aumno que se interesó cuando se lo comenté y que pilló el libro por ahí, que me lo traiga, y me lo deje un tiempo.
No sé si lo leeré de golpe, o de a párrafos. Pero recuerdo lo que está allá adentro. Y cuando lo leí, hace ya diez años, supe que muchas cosas no estaba en condiciones de escucharlas ni de comprenderlas todavía. Hoy lo intentaré nuevamente. Comenzaré a hacerlo nuevamente. Entre varias otras cosas, por supuesto.
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Quizá no esté explícito en las próximas entradas, -de hecho aquello que está más presenta en mí queda siempre dentro y termino casi siempre hablando de formas y de cosas que dan vuelta en torno a ello- pero estará presente por algún tiempo así que se los presento.
Pretendo empezar ahora. Quizá con el párrafo inicial solamente, y que a continuación reproduzco, para que ojalá pueda verse mínimamente de aquello que les estoy hablando:

"Pues he visto extraviarse la piedad con demasiada frecuencia. Pero nosotros, que gobernamos a los hombres, hemos aprendido a sondar su corazón para otorgar nuestra solicitud sólo al objeto digno de atención. Pero niego esta piedad a las heridas ostentosas que atormentan el corazón de las mujeres, así como a los moribundos, y también a los muertos. Y sé por qué."
Este es el verdadero Saint-Exupery, aquel que tuvo compasión de todos y que sólo llegó a situarse en la verdad cruda en esta obra, a enunciarla sin tapujos, enfrentando el miedo de quemar los ojos de quienes la leen y de destruir el mundo de quienes la reciben. Esta es la obra que sólo puede escribirse hasta la muerte, luego de la cual, ya no hay nada que decir.
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Pues el hombre que ha dicho la verdad debe morir para que esa verdad suya sea definitiva. Porque una cosa es, cuando no tiene porvenir. De lo contrario sólo será transcurso hacia algo.
Y terminará desvaneciéndose.

6 comentarios:

  1. El primer libro que leí fue el Principito. Hace un tiempo, luego de leer de casualidad algo de la biografía de Exupery, puntualmente cuando su avión cayo en el desierto, empecé a buscar su obra hasta que conseguí, en plaza Sarmiento en Rosario donde venden libros usados, PILOTO DE GUERRA. Sentí que compartíamos la misma vibración espiritual, nunca me pasó algo semejante con un autor. Hoy en mis manos tengo CIUDADELA. voy por la pagina 50 de las 500 que tiene. Por lo que vengo leyendo puedo decir que es la nueva BIBLIA.

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  2. Cuando era niña leí El principito, luego, en el paso de mi adolescencia a la edad adulta, descubrí otras obras de Saint- Exupéry. Piloto de guerra, Vuelo de noche, Tierra de hombres me impactaban y despertaban en mi interior algo que aún no he podido nombrar, y que realmente no me interesa hacerlo, sólo sentirlo. Es como si todos los sueños, las aventuras, el amor y el sufrimiento estuvieran dentro de mí, y mi corazón creciera poco a poco con todos ellos y, al mismo tiempo, se hiciera pequeño. Ahora estoy leyendo Correo del sur, y esa levedad, y esa pesadez, y esa libertad y a la vez atadura que me parece percibir en Saint-Exupéry me inunda una vez más, como sucede con sus otras obras.
    En estos momentos de mi vida estoy pasando por una especie de depresión, o cambio, pues tengo que definir muchas cosas y tomar muchas decisiones sobre el camino que quiero seguir y la forma en que quiero hacerlo. Mientras buscaba Correo del sur en la biblioteca, encontré también Ciudadela y decidí darle un vistazo. Leí apenas unas 30 páginas, pero fue tan intenso, tan revolucionario el movimiento que sentí en mi interior, como si ese libro hubiera esperado expresamente que lo tomara ese día, ese preciso día en que me hallaba tan confundida. Debo decir que terminé aún más confundida de lo que ya estaba, pero agradecida porque al menos pude plantearme muchas cosas que no había contemplado en esta especie de depresión por la que paso ahora.
    No tiene mucho sentido mi comentario, pero quería decirlo.

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  3. Tiene sentido.
    Y tal vez Ciudadela puede funcionar como una especia de mandato. Un mandato por nuestro bien, en todo caso.
    Porque ese corazón que se agranda y se achica al mismo tiempo, como decías, merece siempre un poco más. Y no necesariamente de los otros, sino de nosotros mismos.

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  4. Inmenso, bello. Poesía del hombre y su verdad. Casi como una Biblia. 5 veces lo empece y no supere la página 50... no Poor aburrimiento o falta de contenido... subo por su profunda e interna verdad a cada parrafo.... es tremendo. Hoy voy Poor la página 155... espero me sea concedido leer hasta su muerte.... cuando el libro sea.

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  5. No puedo terminar de leer ese libro. Es de un estilo horrendo, confuso. Parece profundo pero no tiene sabiduría. Prefiero leer Nietzsche.

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  6. Cito textual de mi traducción del libro: "la verdad parece poco profunda (y confusa) para quien no tiene sabiduría"

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