viernes, 16 de abril de 2010

La lluvia vino, se fue y se secó.

Como escucho truenos y el cielo está algo amenazante, me decido a salir de casa. Hace tiempo ya que no estaba bajo la lluvia y la sensación siempre me ha gustado. Me pongo una chaqueta, me cargo con un libro de la Lispector, llevo también Ciudadela (por si no me decido) y me pongo los audífonos para escuchar unas mezclas extrañas. Soy como esas familias antiguas cuando iban a la playa, cargadas de canastos y quitasoles, sólo que voy sin provisión alguna y lo que menos llevo es un paraguas.
Apenas salgo de casa el asunto explota. La lluvia, me refiero. Los truenos se hacen tan intensos que hasta veo unas niñas ponerse a llorar. Y comienza a caer granizo. La gente exagera un poco y se cubre y yo siento como los trocitos de hielo me golpean, un poco más fuerte de lo que esperaba. Voy escuchando a Bartok, así que todo parece más grande. Cesa el granizo y comienza una lluvia fuerte, pero que no dura casi nada. Y todo parece una simple pataleta del tiempo, que vuelve a estar extraño y todo se llena de una luz un tanto desagradable.

Una hora después estoy frente a una exposición de fotos de Shangri-La, en un lugar algo inhóspiito y no muy bien montado. Las reproducciones no son de las mejores, y lo más importante parece ser el resaltar el canal del programa que viajó hasta aquel lugar, del cual se emiten distintos fragmentos en dos pantallas de plasma con algo de polvo.

Me había bajado por error en esa estación de metro y una vez fuera vi un montón de anuncios sobre la exposición. Donde resaltaban el logo del canal y el de la municipalidad que organizaba. Obviamente habían gastado más recursos en los anuncios que en la exposición en sí. O más preocupación al menos. Estuve una media hora. No entró nadie más al lugar. Tres promotoras daban vueltas y se acercaban por turnos a preguntar si quería hacer preguntas.

Un poco por no ser antisocial termino preguntando algo, lo más básico que se ocurrió, pero no sabía. Pero luego comienza a hablarme de qué a ella le gustó la misma foto en que yo me detuve para hacer un bosquejo. Me pregunta mi nombre y se lo digo. Me dice que le parece conocerme. Yo le digo que no. Además estoy algo idiota por la lluvia y me voy sin más. Deben aburrirse, pienso. Y camino hacia otro lado.

Por el camino saco un par de fotos. Pero no hay lluvia. Y hasta el suelo se secó rápidamente y la gente camina como si no hubiese caído agua del cielo y hubiesen habido truenos y relámpagos. Logro ver a una mujer sentada en la cuneta en un lugar equivocado, mirando el celular. Trato de dejarla en una esquina de una imagen, también se ve una construcción, una grúa, y la calle... Pero hay mala luz y la foto no me agrada.

Camino bastante porque termino llegando a un lugar un tanto alejado. La corporación cultural de la misma comuna. Ingreso a un par de exposiciones. Una de geometría en las artes chilenas. Con excesivas muestras de Larraínes, Yrarrazavales, Gazmuris, y otros apellidos de esa índole. También a otra de fotografía de la que prefiero no hablar.

Sí, estoy choreado. Apenas hojee uno de los libros y no hay lluvia. Me acerco al pasto, no hay caso. Salgo del lugar y camino por una calle sin darme cuenta. De pronto me encuentro frente a la casa de los padres de mi ex. Ella se fue al extranjero así que veo ahí su auto. Es un escarabajo rojo. Lo veo con algo de polvo, como si no se hubiese mojado por la lluvia.

Yo no tengo auto. Tengo libros y películas y un hijo. Y no estoy en el extranjero. Bueno, si me miran desde fuera quizá, pero no tiene gracia. En el verano fui, aún estoy pagando las deudas por el viaje. Algún día hablaré de eso. Cuando duela menos acordarse y tenga las cosas más claras y haya entendido aquello que todavía me cuesta asimilar.

Voy brumoso, como el día. El día que explotó y se contuvo. Intento que funcione de todas formas, pero le temo a esas sensaciones. A ese andar por acá. A ese auto rojo. Como si me atropellara atravesándome y yo siguiese de pie. De pie, atropellado por dentro, pero sin tiempo para fijarme en los daños ni entendiendo nada, o muy poco. Y más encima sin lluvia.

De pronto pienso que me sucede igual que esas familias en la playa. Quizá de tanto que llevaron no disfrutaron del lugar. No siquiera vieron el mar. Se tendieron en la arena, bajo el quitasol. Y sacaron un libro y comieron. Le dieron permiso a sus hijos para que fueran cerca del mar y ellos volvieron, pero apenas los miraron. Yno les preguntaron nada.

Algo así me pasó hoy. Y me acerqué hasta la orilla del mar. La orilla que quedó a este costado. Pero no quiero ir a mojarme los pies, ni nada. Además no debo volver muy tarde pues luego veo a mi hijo y tenemos tareas que hacer. Intentaré avanzar lo más posible hasta que vea sus ojitos cansados y decidamos relajarnos haciendo otra cosa. Ver alguna película, jugar a algo, mientras conversamos.

Saldremos por un momento y me contará que en el colegio, con el sonido de los truenos se asustó la Camila y él la consoló. Ella había lorado porque su papá trabaja en la montaña (¿?) y le dio un beso en la mejilla. Eso lo tiene contento. Y me alegra.

Me preguntará también por el dibujo que hice de la foto en la exposición de Shangri-La. Era el de una niña pequeña que tomaba la mano de un maniquí, afuera de una tienda. El maniquí tenía un vestido con colores vivos y un gorro hermoso. Se ve algo del interior de la tienda, aunque atrás todo queda a oscuras, y se observa, apenas, parte del cuerpo de alguien, entre las sombras. El maniquí por su parte tiene sus manos sujetas a los brazos con scotch, -aunque esto costaba apreciarlo-, y está amarrado a una puerta con unas lanas rojas, cosa que tampoco se veía muy bien en la imagen. Al centro, la niña toma su mano sin mirar realmente al maniquí, como esperando que este le diga hacia donde quiere ir. Para seguirlo.

Es raro, le digo a mi hijo, pero me gustó la foto. No sé bien por qué. Busco palabras para explicarle, pero no encuentro.

En la tarde hablábamos de algo parecido que le pasa a él al momento de armar las respuestas a las preguntas que le dan en el colegio: No sé decirlo, pero sí entiendo, me dice.

Yo a veces siento que no sé ninguna de las dos cosas.

**

P.D.: A la entrada del edificio donde estaba la exposición de Shangri-La había un par de esculturas que fotografié, ahora me doy cuenta que estaban con las manos como pidiendo agua al cielo.

Pero el agua vino, se fue y se secó.

Y el granizo no alcanzó a dañar a nadie.

Esa es la foto que adjunto arriba.

Termino esto y voy donde mi hijo. Aún queda un poco de este día. Y él me espera.

1 comentario:

  1. En el colegio donde trabajo, al momento del granizo todos los niños empezaron a gritar..los más grandes de alegría, los más chicos de susto. los profes se preocuparon del orden y los minutos perdidos, y uno por ahí lo relacionó con el 2012. Esta lluvia no tuvo olor a lluvia, que es lo mas decepcionante. Como siempre pensando en comida, se me ocurrió hacer un cocimiento y tomar mucho vino. pero salió el sol. Voy a comer bistec con puré.
    Oye bajate dangeruos knowledge, documental de la BBCfour, sobre cantor, godel, turing, boltzmann.
    ... me enteré que a turing le inyectaron hormonas para que dejara de ser maricón. que pena...así terminaron con la contradicción de su sexualidad.
    saludos.

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