jueves, 15 de agosto de 2024

No sé bien para qué.


No sé bien para qué, si me preguntan, pero finalmente acordamos reconstruir la escena.

Yo en principio no quería (porque estaba seguro que no saldría igual), pero acepté pensando en que, al menos, aquello serviría como acercamiento, o sería útil para aclarar algún detalle.

Para ayudar a comprender algo que se escapó la vez anterior, me refiero, y quedar así un poco más conforme, o más tranquilo.

Nada de esto ocurrió, por supuesto.

Lo que pasó fue simplemente que jugamos un rato, sin siquiera entender las reglas, o aclarar nuestros roles, previamente.

Escenografía similar, acciones similares, vestuario similar… todo eso estaba bien, pero en el fondo seguíamos careciendo de lo que ya en un primer entonces carecíamos.

Objetivo, acordamos decir, luego de discutirlo, aunque no estábamos convencidos.

De hecho, en mi fuero interno escogí mejor la palabra “realidad”.

Entonces, nos detuvimos un último momento para redactar algo así como un informe.

Un documento semioficial que aclarase que todo aquello no había sido original, sino la reconstrucción de algo ya acontecido.

Una escena reconstruida que, por si fuera poco, ya había sido reconstruida decenas de veces.

O no repetida exactamente, pero al menos, producida como un alimento procesado.

Sí, más o menos de esa forma.

O así lo veo yo.

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