jueves, 16 de mayo de 2024

No es necesario.


I.

-Todo me deja cicatriz -me dijo-. Incluso cuando no hay corte.

-No te entiendo -dije yo.

-No hay que entender -señaló, cortante-. No es metáfora. Hablo de un problema que tengo en la piel. Es difícil de entender y a veces creen que exagero, pero hasta el viento me deja cicatriz. Hasta el frío.

-Ya -dije.

-¿Ya qué?

-Pues no sé… -seguí, algo nervioso-, ¿qué se podría decir al respecto?



II.

-¿Quieres verlas? -preguntó luego de un rato.

-¿Qué? -pregunté.

-Las cicatrices -me dijo.

Yo me lo pensé un poco pues apenas la conocía y no teníamos mucha confianza.

-Ok. -,dije.

Entonces se levanto una manga y me mostró el antebrazo.

-No veo cicatrices -le dije, después de observar-. O sea, al menos no las noto.

-Lo que pasa es que son tantas que no se ven -me dijo.

Como no supe qué decir fue ella misma quién agregó:

-¿Crees que eso es bueno?



III.

No supe qué contestar.

Pensé que iba a molestarse, pero finalmente sonrió y comentó como si no importarse:

-Nadie sabe decirlo.

-¿Qué cosa? -pregunté.

-Si algo es bueno o malo -me dijo-. Nadie sabe si no le ocurre a él mismo.

-Ya -dije yo.

Luego se bajó la manga y volvió a taparse el antebrazo.

-¿Tampoco quieres saberlo? -me preguntó entonces.

Lo pensé un poco antes de contestar.

-Lo cierto es que no -le dije-. No es necesario.

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